José Luis Serrano

La felicidad no se busca, se crea y se mide

Hay un dicho popular que dice que es preferible pedir perdón antes que permiso. Este sentido de proactividad es bastante interesante y complementario con el de felicidad. Desde este punto de vista, ¿por qué no crearla, en lugar de esperarla? Desde niño siempre me dije algo: si algún día caigo en algo parecido a una depresión, seré capaz de levantar el ánimo hasta reírme de mí mismo. Teniendo todo perdido, sería fácil reírse del mundo y de uno mismo y nada es tan importante como ser feliz. En aquel entonces, el actor Jerry Lewis estaba de moda y fue para mí un ejemplo de alegría. ¿Por qué no imitarle? Irradiaba alegría por los cuatro costados y contagiaba su humor.

Ahora, ya talludito, lo tenemos aun más fácil. Conocemos qué tipo de hormonas necesitamos producir para alcanzar un estado fisiológico de felicidad y cómo fabricarlas. Solo hay que ponerse a ello. Es verdad que lo difícil es empezar. En la mayor parte de las ocasiones estamos tan imbuidos en nuestras desgracias, que somos incapaces incluso de permitirnos el lujo de cambiar de cara. Pero, un momento: juguemos durante unos segundos. Recuerda el juego de las caras, ese que consistía en cambiar el rostro de triste a feliz tras pasar la mano por delante de la cara. Solo ese gesto que dura un segundo ya es un principio. Ese simple gesto ya desencadena la producción de la hormona de la felicidad. 

Imagina que eres capaz de sostener ese gesto durante unos minutos más. Permítetelo, no seas tan tirano y deja que tu cuerpo ponga en marcha el laboratorio de las endorfinas. Inunda tu cuerpo de todas las que puedas. Incluso permítete ponerte algo de música que refuerce ese estado. Enhorabuena, estás entrenando la felicidad de la misma manera que cada día te lavas los dientes o comes o acudes al gimnasio. Ya sabes fabricar las hormonas causantes de la felicidad, en este link tienes más consejos.

Alcanzar la felicidad es el fin último para la humanidad. Todos perseguimos señuelos tras los cuales pensamos que se encuentra la felicidad. Sin embargo, la felicidad no se oculta tras señuelos, sino que la tenemos en frente esperando para que la arrebatemos. Para ser feliz, no hay más que serlo, sin esperar a que surja por el olvido de nuestras amenazas. Esto es pueril porque si otorgamos un papel pasivo a la felicidad, pensando que se presentará en nuestra puerta cuando las amenazas se vayan, nunca lo hará. Es al contrario, los miedos se irán cuando arrebatemos la felicidad.

Atarax es un medicamento que se recomienda suministrar a los niños en viajes largos para que no se mareen. Realmente contiene un inhibidor de la hormona del miedo, proporcionando un estado de ausencia total de amenazas y alcanzando un estado de felicidad temporal. Su nombre proviene del concepto acuñado por los filósofos griegos Ataraxia, que es un estado de ausencia de turbación que demuestra una disposición orientada al equilibrio de las emociones gracias al logro de paz interior y la disminución de los deseos y las pasiones que hacen tambalearse, para bien o para mal, nuestro ánimo. Según este planteamiento, la ataraxia sería el fin último hasta conseguir una felicidad plena sin perturbaciones exteriores. Por tanto, de igual manera que al músculo lo podemos hacer crecer artificialmente y naturalmente, también podemos elegir entre ser felices artificial o naturalmente. Solo habría que darle su alimento preferido y reforzar los hábitos que generen las endorfinas.

Se investiga la felicidad desde nuestros inicios. Los clásicos griegos ya nos hablaron sobre cómo alcanzarla y afinaron bastante. Estos maestros fueron los coaches de grandes líderes y les infundieron ciertos ideales que tenían algo que ver con el bienestar de las personas. Muchos de ellos fundaron escuelas donde sus alumnos pasaban años investigando en busca de respuestas existenciales. Aristóteles decía que la felicidad era la experiencia global de plenitud y significado y la mayoría piensa que la felicidad es el camino y no el objetivo deseado, lo que da una idea de la posibilidad inmediata de alcance y de la obligación de aprehenderla.

La felicidad es una experiencia, no una pertenencia. En coaching se dice que el orden para alcanzar la plenitud es mediante el SER, HACER, TENER. De nada sirve apaciguar nuestros ánimos saliendo de compras para tratar de influir finalmente sobre el ser. Es muy interesante el gran movimiento que está surgiendo desde el coaching, como complemento natural de esta cuarta revolución industrial que estamos viviendo. Sin esta gran ola enfocada en el bienestar emocional, sería desastroso ser gobernados por la inteligencia artificial incipiente. La transformación interior velará por la utilidad adecuada de las nuevas tecnologías. Se podría decir que las verdaderas escuelas de coaching actuales son el reflejo de lo que fueron las escuelas clásicas griegas.

Un reflejo de esta reflexión son las nuevas estructuras de las empresas. Se están creando los departamentos de digitalización pero también de felicidad y existen ya responsables de implementar la cultura de la felicidad en la empresa. Es una gran noticia. De momento solo aquellas que se preocupan por la excelencia son los pioneros pero es de esos avances de los que nadie duda que serán la tónica general. Las empresas excelentes se han dado cuenta de que esta es la manera más efectiva de atraer y retener al talento y no otras más tortuosas.

Y todo esto va conformando un movimiento social muy relevante. Surge la economía de la felicidad, consecuencia de numerosos modelos de negocio basados en la felicidad y que ya son estudiados en numerosas escuelas de negocio como modelos de éxito. Incluso ya hay países que dan prioridad a índices como el FND (felicidad nacional bruta) en detrimento de un cada día más obsoleto PNB (producto nacional bruto). No se están olvidando del rendimiento económico, pero sí lo están adjudicando el rol de un medio para alcanzar el fin verdadero: la felicidad de sus habitantes. El FND  mide 89 variables clasificadas en ocho apartados: la economía, el espíritu empresarial, el gobierno, la educación, la salud, la seguridad, la libertad personal y el capital social. No es de extrañar por tanto que en los primeros puestos encontremos a países tan desarrollados como los escandinavos y anglosajones: Noruega, Dinamarca, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, Suecia, Canadá, Suiza, Holanda y Estados Unidos. España ocupa un humilde puesto 23, por debajo de países como Taiwan o Eslovenia.

Por tanto, hay bastantes razones para el optimismo. Todos estos temas han sido hasta hace poco tiempo etiquetados más bien como esotéricos o místicos. Los intangibles que no se pueden tocar y han sido durante mucho tiempo imposibles de medir, han sido desprestigiados por una parte de la ciencia. Sin embargo, aunque lenta, la ciencia avanza inexorablemente para dar paz y tranquilidad a quienes no son capaces de intuir la realidad fuera de una hoja de calculo. La física cuántica está constatando muchas experiencias reales y la neurociencia esta desembarcando como un portaaviones en nuestra sociedad, inundándolo todo de etiquetas «neuro»: neuroventas, neuromarketing..

Hoy día, para muchos, hablar de felicidad todavía es propio de personas inconsistentes, pero la ciencia y las empresas excelentes, impulsados por los pioneros autores que llevan décadas anticipándolo, están siendo capaces de «aterrizar» a la realidad conceptos como el de la felicidad, tratados desde hace siglos por el ser humano.

El tiempo demuestra que bajo una misma realidad, subyacen siempre las mismas leyes y no todas son comprensibles al ser humano y no por ello son menos veraces.

Os dejo con una foto de Thakur S. Powdyel, exministro de Educación del Reino de Bután. Un ejemplo de cómo puede cambiar el curso de la humanidad desde el ultimo rincón del planeta. Es el principal artífice del FND y no podía dejar de traerlo a mi blog como ejemplo de disrupción y de emprendimiento de nuevos caminos generadores de grandes cambios. ¿Reencarnación de Aristóteles?.

Thakur FND Bután Indice felicidad

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