Me gustaría que lo que hoy escriba aquí, en esta entrada, fuera el inicio de un porvenir, de un destino. Se le atribuye al escritor británico Charles Reade la frase
«Siembra un pensamiento y cosecharás un acto. Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino»
y tal vez guiado por el deseo de velar por mi destino, me encuentro ahora solo, sentado frente a este ordenador, en un hotel en plena costa brava. Hasta este aislado rincón, como confabulado con las fuerzas del destino, he venido dejando a mi familia en su habitación, durante las horas de la dulce siesta veraniega, únicamente para dejar escrito lo que deseo con todas mis fuerzas, en un intento de anticipar ese anhelo, solo por el simple hecho de dejarlo escrito. Como si se tratara de una encomienda de una brujita, nunca se sabe. Lo que sí es una realidad, es que el hecho de desear, analizar, recrear mentalmente, organizar y escribir ese anhelo, contribuye de manera importante a que la cosa deseada se aproxime. Algunos cambios en mi vida se han producido gracias a esta misteriosa inquietud, tras la cual estoy seguro que existe alguna fuerza vital.
Cada año, en periodo de vacaciones, entre julio y agosto, me tomo algo de tiempo para descongestionar la mente, olvidando todo aquello que me impide poner en marcha mi inteligencia generadora, como dice
José Antonio Marina en su libro
«Objetivo: generar talento». Después, cuando siento ese abandono, empieza a surgir cierta
creatividad en forma de
ideas de futuro tales como proyectos empresariales, relatos, nuevos hábitos, etc. Siento que todas estas ideas tienen un nexo en común, la de propiciar un
«regate a la vida». Lo llamo así desde el sentimiento de que cada cierto tiempo me siento presa de cierta inercia vital, como si los acontecimientos me sobrepasaran, desbordándome como una ola que me sume en una cueva oscura y que me engulle hacia cierta y profunda impotencia.
Hacer un regate a la vida es, en definitiva, «surfear» esa ola amenazante «driblándola» y dejándola atrás, permaneciendo a salvo en la picota, libre de cualquier fuerza destructora. Pues bien, me propongo aquí y ahora escribir algunas ideas que pueden servir para salir de esa pesada inercia con la que nadie puede cuando formas parte de sus pastos y te adentras en sus fauces.
Para enumerar esos pasos que le conduzcan a uno hacia esa picota desde la que contemplar el mundo con optimismo y satisfacción, es necesario hacer un análisis previo de los valores que le mueven a uno. No todos nos movemos por los mismos valores ni buscamos los mismos objetivos. En mi caso, creo que la vida no solo debe ser vivida, sino estudiada y analizada en cada paso. Debe haber un punto de contemplación por el solo hecho de contemplar y otro de reajuste. La observación pausada aporta información sobre los desajustes de las coordenadas y emborrona de alguna manera la visibilidad, siendo por tanto necesario pasar momentos de contemplación.
Para ello, parecería lógico pensar que sería deseable tener resuelto los asuntos de intendencia, cocina, compra, limpieza, orden, etc en alguna medida. Si invertimos nuestro tiempo en todas estas tareas, nos convertiremos en esclavos en vida, solo para conseguir ese orden tan necesario para nuestra habitabilidad. Por tanto, qué tan necesario se hace organizar la vida de uno de manera tal que todas estas tareas sean más llevaderas. No es fácil, como nada en la vida, pero siempre existen ejemplos de quienes han adoptado soluciones inteligentes en este sentido, tales como vivir en un alojamiento hotelero gestionado por uno mismo o por personas de tu confianza. Hotel, casa rural, apartamentos, camping, etc, son ideas que debemos tener en cuenta. Hace tiempo, toda la familia vivía en casas grandes que servían para obtener alimentos (huertos, leche, carne, huevos, etc) y donde todos los miembros estaban implicados en sacar adelante la casa familiar, dividiéndose las tareas entre todos los miembros. Hoy sin embargo, todos debemos realizar todas las tareas de casas más pequeñas donde sin embargo las tareas no son menos. Simplificarse la vida es obtener mas tiempo para nosotros mismos.
Otro de los anhelos que cualquier persona tiene es el de llegar a
ejercer cierta maestría en alguna disciplina. Es incuestionable los beneficios que reporta para la autoestima el hecho de poder llevar a cabo tareas, de forma magistral, con una ejecución brillante. Se

dan varios beneficios, como puede ser el de disfrutar de la permanencia en el
túnel del flujo que tan bien define
Mihaly Csikszentmihalyi. En la ejecución de dicha tarea afrontamos desafíos que tienen que ver con nuestras
habilidades, con aquellos talentos que tenemos, afrontando en cada momento
nuevos desafíos al alcance que nos alienten a esforzarnos en su consecución, sin caer en el
estrés de la incapacidad por sentirlo inalcanzable ni en el aburrimiento por percibirlo demasiado fácil. Además, esta práctica potencia nuestra
autoestima durante y tras la ejecución, por el hecho de la simple ejecución así como por la percepción de que nuestra destreza se encuentra por encima de la media en determinados aspectos. Propongo en este sentido, una
actividad intelectual, otra artesanal y otra física-deportiva. La intelectual podría ser la de leer, escribir, formarse e indagar (estudiar-explorar) sobre aspectos de felicidad y realización del ser humano; como actividad artesanal (tan necesaria y gratificante) bien pudiera ser algo tan sencillo como la del dibujo o la fotografía y como física – deportiva, propongo la de los entrenamientos en aras a alcanzar algún desafío físico, tal como alcanzar la cima de alguna montaña asequible, algunos caminos o rutas de dificultad variable, carreras populares, travesías a nado, en bicicleta, etc.
Otro aspecto esencial son las relaciones sociales. No podríamos soportar toda una vida sumida en la soledad de estas actividades, sino que no solo es necesario sino parte fundamental, la de compartir intereses y emociones con un entorno más o menos cercano y afable. Además, debemos practicar (esto se olvida) y poner en marcha todo el aprendizaje obtenido sobre gestión emocional y habilidades sociales con nuestro entorno. Estar presente en familia es algo necesario para el buen desarrollo del núcleo familiar, donde se toman las decisiones más importantes y desde donde se inician la mayoría de los abordajes de los desafíos de cada miembro. Debemos por tanto invertir tiempo en hacer presencia de calidad, participando de las decisiones y vivencias de la familia.
Desde otra perspectiva y como actitud constante existen varias acciones que van a contribuir a nuestra felicidad y a la consecución de todos estos estos objetivos. La búsqueda constante de nuevos horizontes que amplíen nuestros límites y nos sitúen en planos vivenciales superiores deben ser referencias irrenunciables. Para ello, existen ejercicios que conformaran un buen entrenamiento para avanzar hacia ese plan. La construcción de nuevos, saludables y potentes hábitos diarios en busca de esa plasticidad cerebral que permita la mejor configuración de nuevos y saludables surcos neuronales. Y evitar las rigideces provocadas por la comodidad pretendida por nuestro cerebro, buscando ese ahorro de energías y consumo de recursos. Los cambios aportan grandes bondades y deben ser ejecutados previa definición de la estrategia necesaria una vez detectado dichas rigideces que impiden el constante crecimiento.
Rescato ahora aquí algunos de esos valores a los que me referí con anterioridad. Son solo un ejemplo de algunos puntos nucleares a partir de los cuales definir una estrategia de cambio o establecimiento de plan de acción:
Paz, libertad, aire libre y creación.
Para finalizar, os dejo con un
video de sobre el túnel del flujo como acceso a cierto estado de felicidad, protagonizado por Mihaly Csikszentmihalyi. Creo que la realización en la vida es un paso fundamental en la búsqueda de la felicidad.
Pásalo, a tu gente puede venirle bien.
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