No podía dejar escapar la oportunidad de hablar sobre el ambicioso proyecto que está poniendo en marcha La Fábrica de Valores, C.B.. Reconozco que cuando alguien me habló de él fue un regalo para los oídos, porque son de esas cosas que uno siempre piensa que sería útil para la sociedad pero que en muy raras ocasiones se emprende. Para poner en marcha un proyecto así es necesario altas dosis de generosidad y liderazgo. Generosidad porque el principal beneficiado de este proyecto son quienes reciben el regalo, en este caso los chavales y además lo recibirán a largo plazo. No es habitual en la actualidad reconocer empresas que renuncien al resultado a corto plazo en aras a beneficios a largo. Y liderazgo porque es la cualidad necesaria para insuflar la determinación de luchar por instaurar un ideal.
Es una inversión en la propia sociedad y los beneficiados en realidad seremos todos. La energía se transmite y se propaga e influye en la sociedad en función de esos valores que hoy se empiezan a practicar. Me gusta explicar el liderazgo con un ejemplo muy práctico. Todos estamos expuestos a presiones diarias similares y cada uno responde de una manera distinta. La conducta ideal ante las dificultades sería aquella en la que fueramos capaces de condicionar el medio para conseguir mejorarle. En concina hay alimentos que se transforman con las altas temperaturas. Así, un huevo cambia su textura y aspecto y endurece al hervir. Una zanahoria, por el contrario, se reblandece y termina deshaciéndose. Sin embargo el café es uno de esos alimentos que, tras someterse a presiones y temperaturas extremas, consigue modificar el medio (agua) y convertirlo en una bebida aclamada y reclamada por muchas culturas. Es la capacidad de convertir presión en utilidad y esta es la cualidad que posee el equipo de personas que decidió actuar para invertir en sociedad.
Mi relación con los valores viene de lejos, no porque sea un ejemplo de ejercicio en valores sino más bien por curiosidad. Uno se esfuerza cada día en evolucionar, pero se empieza por un ejercicio de discernimiento y aprendizaje. Desde el primer momento nos topamos con una de las caracerísticas principales de la sociedad moderna según el Premio Principe de Asturias de Humanidades, el difunto y admirado sociólogo Zigmunt Bauman, la liquidez de nuestros tiempos. Es decir, el empleo de la subjetividad que nos empujaría a debatir sin fin el concepto de «valor«, ya que alguien podría argumentar que los valores que se enseñan no los consideramos adecuados. Desde este punto de vista, todo sería relativo, lo que impediría discernir entre lo bueno y lo malo al no estar bien definidos los límites entre ambos conceptos.
No es exactamente así. Existen valores morales, que sí son el resultado de la interpretación y vivencias de cada cultura y desde cuya perspectiva sí es posible que existan muchos distintos, uno por cada una de ellas. Sin embargo, los valores éticos son universales y son los que han contribuido a la evolución de la sociedad. Son el denominador común de la humanidad y no admite debates.
«Valor», etimológicamente hablando viene del latín «Valere», «valor», «valoris» que significa ser fuerte o fortaleza. En el ámbito de la filosofía, «valor» significa cualidades que hacen que una realidad sea estimable o no. Podemos discutir qué es estimable para cada uno, pero si lo hacemos en profundidad y honestamente, la frontera entre el bien y el mal está siempre clara. Son cualidades y creencias que permiten al ser humano desarrollarse como mejores personas. Son muchos los conceptos que se manejan y sobre los que podríamos reflexionar durante días. El concepto creencias y realización son habituales en este blog por la relación que tienen con la felicidad. En cualquier caso y en esencia, todo guarda relación con la felicidad y la plenitud, que es distinto al placer.
En cualquier caso, el primer valor que se ha puesto en juego es el de la valentía de un grupo de profesionales del deporte que, desde la generosidad, han decidido invertir (a futuro) en la generacion de unos valores. El retorno de esta inversión es la propia sociedad. Desde ayer, día que empezaron los entrenamientos de baloncesto en la Fabrica de valores, C.B., contamos ya con una sociedad más solvente «en potencia». Así son las semillas, frutos en potencia. Solo hay que esperar el momento para tangibiliar el resultado. Pero para dar el primer paso, siempre antes de «crear» hay que «creer».
Recurro ahora a la definición de éxito, concepto muy tratado en este blog también: Con origen en el término latino exitus (“salida”), el concepto se refiere al efecto o la consecuencia acertada de una acción o de un emprendimiento. Esto seguro de que la consecuencia de este proyecto será acertada y me siento un privilegiado por poder vivirla de cerca.
Es un privilegio poder participar en este proyecto que, por fin, ayer se inauguró y tomó forma de entrenamiento, con un ambiente envidiable.
Solo sería deseable que, quienes tienen capacidad para evitarlo, dejen hacer. No sería congruente actitudes que prediquen y a la vez imposibiliten «dar trigo».