Este es un concepto de esos que impregnan toda la humanidad. La historia se escribe a través de éxitos y fracasos, en función desde el punto de vista del análisis del narrador. En las derrotas colectivas también hay historias exitosas de lideres, mártires, etc, que pasaron a la historia gracias a determinados factores de los que hablaremos a continuación. En este blog he tratado el éxito en numerosas ocasiones y una de las conclusiones permanentes es que no existe un éxito estandarizado, sino muchos casos y experiencias, incluso muchos de los que parecen a priori fracasos y que con el paso del tiempo se tornaron grandes éxitos.
Éxito es una consecuencia de un proceso en el que intervienen varios factores. Cada caso es un mundo muy complejo, pero podemos hacer un intento en dividir el concepto en varios bloques. Suele calificarse como éxito al resultado positivo de una acción fruto de la implementación previa de una estrategia. No lo es, sin embargo, cuando el resultado positivo es consecuencia de un proceso no planificado, al menos no lo sentirá como tal el protagonista, ya que le ha venido dado sin esfuerzo, lo que merma considerablemente su satisfacción y por tanto sus efectos.
Tradicionalmente ha estado muy ligado a la apariencia, resultando exitosa aquella persona que cumple con los cánones del momento. Hay que llamar la atención en este caso, ya que el éxito es algo que siente internamente y no es éxito real aquello que nuestro entorno entiende como tal. Casos como el de Marilyn Monroe, Elvis Presley, etc son casos de auténticos dramas personales que acabaron con el suicidio y que sin embargo han pasado a la historia como iconos, aunque en la realidad, son o fueron «muñecos rotos». Por tanto, el verdadero éxito es un estado mental, interno, que refuerza la conducta de una persona o equipo tras la consecución de un logro. Y del diseño y planificación de estos logros dependerá en gran medida el estado mental exitoso. Una adecuada e inteligente planificación de la estrategia es determinante a la hora de gestionar la mentalidad del éxito
El éxito y su antagonista el fracaso, son difíciles de esconder. Tienen una apariencia inconfundible. Es decir, el estado mental interno suele trascender al exterior, dejando ver un lenguaje corporal y verbal muy concretos, así como la adopción de determinadas conductas. Y esto es así porque el éxito genera una fisiología muy concreta. Cada emoción provoca que el cuerpo segregue un tipo de hormonas. La fisiología de las emociones nos aporta evidencias recientes de su relevancia en la planificación de entrenamientos. El cortisol, por ejemplo, es una hormona ligada al miedo y el cuerpo la segrega cuando experimentamos situaciones de estrés. Testosterona está ligada precisamente al poder y del equilibrio de ambas dependerá que adoptemos conductas equilibradas, ni asustadizas y ansiosas provocadas por miedos, ni devastadoras, egoístas autoritarias provocadas por el exceso de sentimiento de poder.
No obstante, nuestra capacidad de acción con determinación vendrá determinada por el sentimiento de dominio y cierto poder sobre la acción a realizar, que otorgará dosis de confianza necesarias para abordarlo. Niveles adecuados de testosterona provocan sentimientos de poder sobre la tarea que derivan en posturas típicas del poderoso. Los brazos en jarra, tras la cabeza, a pecho descubierto, etc son posturas que denotan cierta despreocupación y dominio de la situación, por tanto, ausencia de miedos. No olvidemos que el miedo es la principal causa de parálisis autodestrucción del ser humano y no está de más que nuestros entrenamientos traten de mantener lejos esta emoción, siempre que no responda a amenazas reales.
Pero uno de los principales dilemas de los científicos radica en conocer qué fase del proceso sucede antes, ¿la emoción, el pensamiento, la segregación de la hormona..? hay opiniones de todo tipo. El protagonista suele permanecer ajeno a este proceso y suele interpretar que la emoción, p.ej. el miedo, sucede tras un estímulo externo que provoca un recuerdo, luego una emoción y después un sentimiento causado por pensamientos que derivan en una conducta. Sin embargo, se constata que todos tenemos capacidad de influir en este juego, matizando los sentimientos y recuerdos y provocando una fisiología distinta. La psicología positiva, recientemente la neurociencia, la PNL aportan evidencias de ello y fundamentan sus enseñanzas en esta posibilidad.
Por tanto, podemos modificar nuestras conductas y acercarlas al éxito a través del lenguaje corporal, verbal, visualización, gestión de la memoria a través de nuestros sistemas representacionales, etc. Se puede gestionar el éxito a todos los niveles mediante un trabajo constante similar al entrenamiento físico de un deportista. Mediante ejercicios, construcción de nuevos hábitos y una gestión mental adecuada, se puede variar el sentido del camino por el que transitamos y tomar dirección al éxito. Esos en quien reconocemos el éxito lo han hecho, son especialistas porque ponen en práctica, de manera innata o aprendida, estos procesos generadores de éxito.
Es recomendable tomar acción desde ya mismo, alejando la fisiología del miedo cuanto antes. Es la emoción más destructiva que está detrás de todos nuestros fracasos. Deja de fabricar cortisol y genera posturas, lenguaje, gestos, pensamientos que provoquen la generación de otras hormonas bastante más beneficiosas como la dopamina, oxitocina, endorfinas, testosterona, y un largo etc. Esa es la mejor farmacia y la tenemos a nuestra total disposición. Se puede pensar en éxitos anteriores o en los de otras personas, analizar al protagonista del éxito, estudiar sus orígenes y su evolución, comparar tus creencias con las suyas, confirmar las limitaciones que provocaron una reacción en su vida, analiza sus fracasos anteriores y las veces que se ha levantado, etc..
Ante una sociedad enfocada al entranmiento físico y a la apariencia externa, es el momento de sentir internamente la sensación del éxito. Es el momento del entrenamiento mental.
Os dejo con una foto que realicé en mayo, durante mi visita a Roma, a las «escaleras infinitas de Bramante» en el Vaticano. Las escaleras ofrecen la sensación de no tener fin, gracias a un efecto óptico. En realidad tiene su exlicación y es que son dos escaleras superpuestas. Creo que condensa la idea del éxito comentada en el post. El exito también tiene su método a pesar de su efecto óptico.