Cansado ya de recibir riadas de botellas con mensajes empalagosos e insufribles. Hablan, ríen, lloran, pero se sienten solos y enseguida sueltan su botellazo y, ¿a quién se la lanzan? A mi isla. No pierdo la esperanza de descubrir esa botella vacía entre todo este maremágnum de cristal, que contenga ese aliento que sonría de lado y mire hacia abajo.
Pero.. ¿Cómo encontrarla? Cada mañana las amontono y trepo a la empalagosa cima esperando encontrar el suspiro de desdén que me haga sentir solo y olvidar este olor a humanidad embotellada.
Ya la alcanzo a ver… mírala, viene sola, descorchada, desnortada y desengañada. Se ve que ya brindó con otro en su crucero. Pero… ¡ah!, ¿Qué pasa? ¡No para!, se va. Toda una vida esperando y hoy… ¡pasa de lado! Nunca pensé que me sentiría tan vacío.
Contestaré a todas las botellas que busquen cariño, comprensión y amor… uy… que cursi. Embotellaré mis anhelos, nadaré hacia la orilla de los sueños y sonreiré de frente, con cariño y cursilería.