Cansado ya de recibir riadas de botellas con mensajes empalagosos e insufribles. Hablan, ríen, lloran, pero se sienten solos y enseguida sueltan su botellazo y, ¿a quién se la lanzan? A mi isla. No pierdo la esperanza de descubrir esa botella vacía entre todo este maremágnum de cristal, que contenga ese aliento que sonría de lado…