De igual manera que reviso a menudo las conductas de las personas exitosas que me rodean, me gusta observar las conductas de las personas cuyos resultados no son los adecuados y, lo más importante, cuyo estado de satisfacción no es el adecuado. Y de la misma manera que traté de definir el éxito en mi post anterior como el estado alcanzado por todas aquellas personas que se dedican a lo que les gusta y sienten que reciben por ello una contraprestación satisfactoria en lo tangible y en lo intangible, debo ahora definir el estado de fracaso como el estado alcanzado por aquellas personas que no están dónde quisieran, no realizan lo que quieren y sienten una falta clara de reconocimiento, remuneración o retribución, tangible e intangible, generando una espiral negativa de fuerza altamente destructiva.
Como digo, en el anterior post hablamos de las posibles causas que podrían impulsar a las personas exitosas a su destino elegido y me gustaría reflexionar en este post acerca de las causas o motivos que empujan a las personas en situación de sentimiento de fracaso hacia este estado y las posibles salidas alternativas.
- Fracasar por miedo al propicio fracaso. Un niño que crece a través de la experiencia, no posee el miedo al error y por tanto acomete una acción tras otra, mientras explora nuevos caminos. Muchos son maravillosos y otros son errores. Sin embargo, a medida que una persona crece va adquiriendo miedos causados bien por experiencias negativas o bien por influencias externas, com consejos de los progenitores. Los miedos, tarde o temprano, llegan, la cuestión es destapar sus caras y gestionarlos con la espontaneidad de un niño. Detrás de un miedo se esconde una oportunidad de crecer. Si no te atreves a descubrir esa oportunidad echarás sobre ti una manta de tierra hasta quedar sepultado en vida. Si por el contrario afrontas el miedo y avanzas en tu sueño, contribuyes a construir tu futuro y blindar aún más tu caracter.
- Fracasar por creencias depredadoras de sueños. ¿Qué son las creencias? Son afirmaciones que damos por ciertas como algo natural, que conforman parte de nuestro pensamiento y originan nuestras conductas y que pueden ser destructoras o potenciadoras. Estamos ante una de las razones del éxito y del fracaso más importantes y habituales en las personas. Normalmente proceden de la cultura familiar y del entorno cercano de las personas y son absorbidas desde nuestra infancia, poco a poco, e instaladas en nuestro subconsciente, pasando a ser uno de los pilares de nuestro pensamiento. Son muy difíciles de gestionar dado que llevan con nosotros muchísimos años, han crecido a nuestro ritmo y marcan nuestro paso. «El dinero envilece» o «El caballo blanco sólo pasa una vez», son algunos ejemplos de creencias que confirman el comportamiento de las personas. A nadie se le escapa que existen culturas, como lo anglosajona, que son más propensas al emprendimiento y al manejo de los dineros que la latina y gran parte de culpa o motivo de esto es la religión. La región católica ha identificado al mercader y al dinero como algo que no contribuye a la salvación, sino más bien a lo contrario. Caso distinto se da en el ámbito protestante o judío, en el que es reconocida la labor de alguien que obtiene réditos de su buena gestión con los talentos. Pues bien, estas enseñanzas generan creencias respecto al dinero y al mundo de los negocios, que condicionan el futuro de una persona y por ende de una sociedad.Pero las creencias pueden cambiarse y este es uno de los principales argumentos de este blog. Las entrevistas que en este blog se publican, presentan a personas capaces de demostrar cómo conseguir los objetivos más ambiciosos desde el coraje y la lucidez que aporta una gestión adecuada de las creencias. Y así pido que os las toméis, no como ejemplos de personase estelares de magnitud inalcanzable, sino como personas humildes que han conseguido sus grandes desafíos personales a base de generosidad y lucha.
- Y la tercera causa importante de fracaso es la comodidad, procastinación o pereza. La situación de comodidad dentro de la zona de confort conduce al fracaso tarde o temprano. Dicha situación puede ser motivada por dos razones. La primera es la derivada de alguien que cuenta con una situación privilegiada y por tanto no necesita «buscarse la vida» materialmente hablando. Esta persona, tarde o temprano, estará psicológicamente acabada, que es principio del resto del fin. La segunda es la propia de una persona que, aún estando en situación paupérrima, adopta una actitud quejica y victimista en busca de trasladar las culpas a alguien, recibiendo en ello un consuelo «virtual» y temporal. En ambos casos, estas personas morirán cómodamente fracasadas. Un ejemplo de este caso es el que de manera habitual se da actualmente entre numerosos trabajadores de la Administración o de grandes corporaciones con ciertas responsabilidades humanas, pero que se escudan tras un supuesto «manual» o «procedimiento». Pongo un ejemplo: Cuando un humilde, pobre y perjudicado ciudadano acude a la administración en reclamo de ayuda por una situación que puede acabar con la existencia legal de una persona y familia y la persona responsable de la Administración decide no prestarle la atención que requiere, sino recriminarle su actitud esgrimiendo que la ignorancia de la ley no le exime de su cumplimiento y por tanto quedan embargado todos sus bienes, sin posibilidad de negociación alguna ni aplazamiento de pago, ni indulgencia alguna. Eso esta ocurriendo hoy en la Administración, en todos los niveles y ámbitos y conforma una peligrosa vía de apartheid social. La cobardía y comodidad del funcionario que prefiere escudarse tras el manual en lugar de luchar por la justicia y optar por hacer el bien a personas desprotegidas. Esta es la constatación del fracaso por la comodidad. Relacionado con este asunto os recomiendo «El Japonés que estrelló el tren para ganar tiempo», un libro que narra un caso real de un maquinista que decidió no saltarse el manual, estrellando el tren y matando a centenares de personas y así no poner en peligro su puesto de trabajo.
En fin, son maneras distintas o causas de fracaso (miedo, creencias y comodidad) personal, pero que no dejan de ser combatibles. Son numerosas las personas que se encuentran en un estado parecido, con sensaciones mentales de auténtico fracaso, que piensan que son estados inherentes a su propia personalidad o que requieren de un esfuerzo ímprobo para su erradicación. No es cuestión de decir a aquí que es una cuestión baladí, sin importancia y fácil de solucionar, pero tampoco quisiera dejar de aportar algo:
Existe un estudio universitario que nos revela que el 90% de las personas que se encuentran el final de sus vidas, tienen un sentimiento muy desagradable por todo aquello que no han tenido arrestos de acometer en vida. Y entre dichas acciones se encuentran cosas tan simples como estar más con la familia, haber sabido acariciar a tiempo, demostrar afecto, emprender un viaje, un proyecto, declarar su amor a tiempo, etc. Es decir, se arrepienten de lo que no han hecho y si volvieran a vivir, sin duda acometerían sus sueños sin dudarlo y con la mayor determinación de la que fueran capaces. Nos lo están contando las personas con mayor experiencia del planeta, con una claridad pasmosa y aún así todavía son mayoría las personas que no se atreven a alcanzar el éxito por alguna de las tres razones indicadas. De ello ya escribí en este post, y me parece el núcleo fundamental del problema, a la hora de diseñar la estrategia apropiada para alcanzar el éxito.
“ Lo único a lo que hay que temer es al propio miedo”.
Franklin Delano Roosevelt