Ante lo sucedido en Paris son muchas y comprensibles las reacciones de la sociedad. Cada uno hace lo que entiende que es mejor para expresar su rechazo a lo sucedido y que no debemos olvidar que forma parte de un escenario más amplio. Creo que no podemos enmarcarlo en un asunto aislado provocado por asesinos. Una parte de la sociedad reza por las víctimas y otra lo hace por la paz mundial. Otros recriminan y prometen venganza y mayores medidas de control y otros se inclinan más por el «slacktivismo» implantando banderas en los perfiles personales de las RRS y similares. En mi caso, he creído que lo más apropiado es dedicar algo de tiempo a reflexionar y postear acerca de ello.
No me gusta demasiado alinearme mediante símbolos aunque reconozco que condensan una historia y propician anclajes a emociones y recuerdos de manera muy efectiva. Reconozco en este sentido cierta rebeldía motivada por el desconocimiento de cómo se fraguan estas campañas anti tantas cosas que soy receloso. Cada día del año es el día a favor de «x», se lanza un símbolo a la red y todos nos lo apropiamos para demostrar que somos personas de fiar. Pero lo comprendo y casi lo comparto, ya que puede tener efectos positivos pero también grandes riesgos de contaminación. Personalmente me gusta recelar en primera instancia, reflexionar y después obrar en consecuencia. Normalmente nunca termino por apropiarme de ninguno porque no me gusta pertenecer a campañas capaces de propagar un mensaje por todo el mundo en minutos. Este juego es de muy fácil manipulación y prefiero permanecer en el pueblo de lo básico.
Hoy, las editoriales de la más representativa prensa escrita llaman a la guerra, a las armas en defensa Occidente. E instantáneamente me asaltan preguntas por todos los lados. ¿Contra quién? ¿Contra Siria?¿Contra su líder?¿Contra una facción terrorista?¿Contra cuál de ellas?¿Sabemos quién los arma? Ante todas estas preguntas hay muchas respuestas y todas ellas son defendidas con una seguridad y determinación sin igual. ¿Estamos seguros de las razones por las que huyen los ciudadanos sirios?¿Por qué la inmensa mayoría se afana por alcanzar un país tan lejano como Alemania?¿no parece esta situación algo diseñado previamente? ¿Conocemos qué se pretende y qué consecuencias tendrá y cuáles serán las repercusiones en el orden mundial?
Son muchos los interrogantes sin respuesta, o mejor dicho, con infinidad de respuestas vehementes. Solo veo (hablo de mi impresión particular, para eso están los blogs) una cosa clara y es que no podemos quedarnos parados ante esta barbarie. Es necesario expresar y colaborar en nuestra medida a reforzar el mensaje de rechazo y de unión de la sociedad en defensa de la paz.
Pero, ¿Cuál es el motivo de que no comprendamos nada de lo que está sucediendo?¿por qué está todo tan indefinido? Hasta el momento, la sociedad se limita a emocionarse y expresar dichas emociones, de manera más o menos acertada, ante determinadas imágenes y noticias. La emoción es algo instantáneo y efectivo y reporta una acción inmediata, casi sin meditación previa. Las emociones son gestionadas por el sistema límbico de nuestro cerebro y y muchas ocasiones se saltan la parte del neocortex, que racionaliza y analiza la situación. Hay que decir que es muy manipulable. Como ejemplo, si yo te informo que te voy a meter el dedo en el ojo en diez minutos, tú puedes argumentarme varias razones que lo impidan e incluso te harían reflexionar sobre la necesidad de preparar un coche para ir al centro de urgencias. Pero si yo te meto el dedo en el ojo sin avisar, la reacción más que probable es una bofetada instantánea e irreflexiva.
Ante este panorama, me inclino por una opción que me gustaría expresar tras una reflexión e informando de ella en toda su dimensión:
La situación confirmada por el atentado en Paris reafirma mis creencias y raíces: la defensa firme de las raíces de Europa como una sociedad occidental, cristiana y que vela por la defensa de valores como la libertad de las personas, garantizando protección y oportunidades de crecimiento. Esta Europa no solo ofrece derechos, sino que, como cualquier comunidad, exige que todos aportemos nuestra contribución en la misma dirección y quien se salte estos valores fundamentales (de algo hay que partir para avanzar) deberá pagarlo con el castigo al que obliguen sus códigos y leyes. Pero también hay que saber que el principal y más grave incumplimiento es el de informar con transparencia. No podemos permanecer en una comunidad que no sea transparente e informe de la situación real de las cosas, que no informe a la sociedad qué es esta nueva Europa que nos han metido con calzador, cómo se financia, cómo se organiza, a quién debemos toda la ingente deuda de la que disfrutamos, cómo hay que pagarla y cómo se fragua este nuevo orden mundial en el que navegamos. Si no se informa de todo esto, se está manipulando emocionalmente a la manada desorientada, generando una identidad difusa, sin mimbres y muy susceptible de manipular.
Ante lo que sí me revelo es a permitir que nuestra sociedad se esté desdibujando desde la esencia y que todo se convierta en relativo y ambiguo y que la VERDAD de todo sea interpretable según las comodidades que más no apetezca en cada momento a cada uno.
Pray for Paris.