Hay algo que debo reconocer y no es ninguna debilidad. Ver la televisión a eso de las 16,00 horas es algo que me da remordimiento de conciencia, por aquello de que debe uno estar trabajando. Pero a estas horas he topado con algo que llevaba años sin percibir, décadas diría yo. Ya he hablado anteriormente de ello en este blog y es que el programa de TVE en la 1, «entre todos» es algo de lo que se debe hablar. Y ¿por qué?. Pues voy a explicarme.
Hace muchos años, cuando en un país sucedía algo de excepcional importancia, alguien con cierto liderazgo hacía acto de presencia en la TV a una hora determinada, normalmente prime, e informaba con detalle del acontecimiento e incluso alentaba a la multitud a afrontar algún desafío, con transparencia, honestamente, informando de la cruda realidad y pidiendo esfuerzo hasta alcanzar un objetivo.
En Estados Unidos no lo he podido comprobar de manera directa, pero si a través de películas en las que se podía ver salones de hogares donde las familias se congregaban en torno a la televisión o la radio para poder escuchar el mensaje de su presidente. Esos mensajes en los que el líder de un país se dirige a la población para informarles de alguna situación excepcional y tras el cual se pide un esfuerzo hasta alcanzar un objetivo «entre todos», unía como nunca a toda la población y, sobre todo, en torno a una lucha COMUN, provocando entre la población un sentimiento de hermanamiento y de necesidad de tirar todos en la misma dirección hasta alcanzar un objetivo nacional. Había otro componente adicional, el líder siempre cuantifica el esfuerzo y concreta el objetivo. «Nuestro camino en la lucha por la estabilidad durará un periodo de unos cinco años en los que os pido esfuerzo, comprensión, solidaridad, paciencia hasta que obtengamos la posición que nos corresponde como país…»
He de reconocer que siempre me ha gustado ese momento en el que imagino a todos mis paisanos escuchando el mismo mensaje de unión, para lo bueno y para lo malo, porque me hace sentir hermano y solidario, al tiempo que introduce en mi mente un propósito que permite que cada día que me levanto sea gratificante porque estoy colaborando a que el país alcance el objetivo que nos colocará en el estado deseado.
Es verdad que quizá esté pasado de moda y nos recuerde momentos que los medios de comunicación han conseguido convertir en excesivamente románticos, pero lo cierto es que unen y sobre todo, motivan y tranquilizan, además de informar con total honestidad de la realidad de las cosas. Es verdad que quien traslada el mensaje, el líder, transmite emociones porque no deja de ser un mensaje de hermano a hermano o padre a hijo, y advierte de una dificultad o reto que tiene ante sí la población, de una petición de esfuerzo noble, conjunto y solidario e informa de un objetivo, cualificando y concretando el tiempo y distancia y beneficios del estado deseado.
Y todo esto, no lo debe hacer un periódico, ni una web, ni un teletipo. Lo debe realizar un líder y debe transmitir emociones sinceras. También es verdad que las emociones sinceras se ven hoy como algo «ñoñas» y habitualmente hacemos burla de ellas, especialmente los españoles. Pero las emociones son necesarias, son consustanciales al ser humano y son mágicas a la hora de pedir colaboración ante un desafío.
Pero todo esto no vale de nada si no existe un líder que lo transmita de manera espontánea sincera. Y esta es la realidad más cruda en este país y muy buena parte del extranjero. No existe un líder, con carisma y nobleza suficientes como para decidir trasladar un mensaje claro a una población que está pasando por algo muy duro. Se está mirando hacían otro lado y se están ocultando las verdaderas dificultades por las que se está atravesando en España, la población, que no necesariamente el Estado. Algo parecido ocurría en la Edad Media, cuando los diezmos empobrecían a la población. Y que no se confunda esta entrada, ya que no encierra ningún mensaje político partidista.
No se si el gobierno de España estará igual, pero lo cierto es que la población española está atravesando carencias muy serias y dificultades extremas. Lo más grave, es que la escala de valores de hoy no es, ni mucho menos, la que era antes. Y eso lo agrava aún más. El sistema de protección está dañado, no sabemos quienes componemos España, ni conocemos la estrategia económica para los próximos años, ni los jóvenes saben qué pueden estudiar, ni los mayores qué emprender… Sólo hay un mensaje, el de emprender está de moda. Esto me hace sospechar que no existe ninguna industria definida que vaya a suponer el motor del país en el futuro y eso es preocupante, porque siempre es necesaria una especialización, aunque sólo sea por ganar en competitividad.
La falta de liderazgo claro que existe en España es clamorosa y no hay nadie que hable claramente de cómo estamos y qué hay que hacer para salir de aquí. El sistema que nos gobierna es perverso, de tal manera que un funcionario se cierra a la lógica por cumplir el procedimiento y manual, excusándose ante un ciudadano de que no puede hacer nada ante una injusticia porque su manual le impide hacer otra cosa que no sea cerrarle la puerta en las putas narices. Y lo dice escondiéndose tras la pantalla del ordenador donde observa la revista de moda más actual. Se ha llegado al punto en el que el manual es la Biblia del funcionario y tapona un corazón sin brillo y agrietado por el egoísmo.
Por eso, cuando después de comer veo el programa «Entre Todos» en TVE1, me siento como un paisano que escucha a su líder, al mismo tiempo que mis hermanos, sensibilizándonos con una situación real y dramática y solidarizándonos con personas reales a las que este Estado (sin valoraciones políticas) está desoyendo por cumplir con el manual del funcionario. No aparece ningún líder informando de la situación, ya la estamos viviendo, ni se nos pide ningún esfuerzo común, ni se nos informa de lo que durará todo esto ni hacia dónde nos dirigimos, sólo hay una presentadora que habla desde el corazón a unos protagonistas que se lo merecen todo. Y así, cuando hay emociones sinceras, España se arranca y moviliza sus esfuerzos para ayudar a nuestros hermanos.
A falta de lideres con arrestos, mimbres, cojones y honestidad que informen con claridad, transparencia de cómo está la situación real de la población española (que no del Estado), los españoles con valores nos reunimos cada día a la misma hora para solidarizarnos con los más necesitados.
Al hilo del manual del funcionario, paradigma de la cobardía y de la insolidaridad, os dejo con este libro en el que Gabriel Ginebra nos cuenta un caso real sobre cómo un conductor de ferrocarril japonés decidió descarrilar su tren para ganar tiempo y evitar su tercera sanción que indicaba su manual de funciones. «El Japonés que estrello el tren para ganar tiempo»
Españoles…!!! no descarrilemos.
Alejandro Magno: Por la Gloria de Grecia
Jorge VI: En estas horas fatídicas…
Gracias por estar.