Algo parecido al famoso Where is the Limit? de mi amigo (en Facebook de momento) Josef Ajram, es lo que representa el abordaje de mi próximo objetivo, el maratón de Madrid, que afrontaré mañana y sobre el que quisiera escribir algo.
Mañana abordaré el-la Marathon (la primera con mayúscula por respeto), desde una perspectiva vital. Es decir, supone un objetivo anual, que permite dirigir mis energías hacía un entrenamiento diario manteniendo una motivación constante. A pesar de que la Visión derivada de mi estrategia personal sea la de mantener un nivel físico, mental y espiritual de calidad, que permita la lucidez necesaria para construir un estado de felicidad interna adecuado, es necesaria la fijación de objetivos periódicos que impidan la dispersión de energías y el entretenimiento, así como refuercen nuestras conductas y motivaciones en la actividad diaria.
La selección anual de objetivos existentes en las empresas es el resultado de un proceso de comunicación de abajo a arriba, destinado a obtener unos objetivos medibles, alcanzables, realizables, tangibles, que contribuyan a su vez a mantener el rumbo de la empresa hacia la Visión previamente definida, mediante la utilización de los valores y fortalezas de la empresa y reforzando la cultura de la organización.
El objetivo del Maratón, obliga al participante a mantener un cumplimiento de valores y hábitos encaminados a construir una identidad, adquiriendo en ello una motivación de esfuerzo hacía la Visión, tales como:
Disciplina: un atleta popular debe realizar una media de 60 km semanales durante un periodo medio de 6 meses para poder terminar un maratón con sensaciones no muy dolorosas. Esto obliga a mantener una disciplina en la rutina continuada que provoca una forja de un carácter. Las tentaciones de posponer el entrenamiento para mañana tiene como resultado, o bien realizar mayor distancia al día siguiente, o bien pagar el peaje con dolor el día de la carrera.
Fortaleza: Las más de las veces, el maratoniano realiza los entrenamientos largos en soledad. Durante este tiempo, la mente trabaja aún más que el cuerpo, y lucha contra tentaciones de abandono, contra sensaciones de frustración, aborda problemas laborales y familiares, etc. Sin embargo, el atleta debe aprender a romper esas dinámicas en busca de unas sensaciones nuevas que le reporten brios y motivaciones para sacar lo mejor de sí mismo. De esta manera adquiere una gran orientación al cambio.
Resistencia: El maratoniano sabe que los 42,2 km no se agotan desde un fogonazo de coraje, ni desde una apuesta de amiguetes, sino desde un trabajo de concentración, mantenido durante 3, 4 o 5 horas, sufriendo el dolor y desde la certeza que cualquier acto heroico y bravucón que suponga la quema de un extra de energías de manera irracional, se pagará con la temida pájara o muro y riesgo de abandono.
Humildad: No se admiten alardes, ni puedes seguir el ritmo de ningún atleta más rápido, ni se permiten lecciones de cómo hacerlo; sólo se admite el ejemplo de quien la corre. Llama la atención que en este mundillo, los grupos que realizan las salidas largas para combatir la soledad, tienen como norma acoplarse al ritmo de carrera de aquel que peor forma física tiene, lo que representa grandes dosis de humildad y solidaridad.
Silencio: Un entrenamiento largo, aguantando las inclemencias del tiempo (frío, viento, lluvia, etc), normalmente es, además de en solitario, en silencio, lo que impide poder compartir las particularidades de cada uno, tales como dolores, posibles lesiones, dudas sobre nutrición, y el mismo día a día.
Capacidad de disfrutar el camino: Todo ello nos lleva a adoptar una actitud de necesario disfrute del camino, gestionando las sensaciones y emociones para conseguir entrenamientos eficientes y ritmos óptimos. La mejor alternativa es la de aprender a disfrutar de las pequeñas sensaciones que aportan los avances del entrenamiento, el rayo de sol en invierno, del olor y frescor de lluvia fina y de la ducha del final del entreno y del jugo de los gajos de la naranja fresquita, que ayuda a reponer las fuerzas,tras el largo entrenamiento.
FINISHER=VICTORIA: Filosofía del Camino. En este mundillo, hay dos tipos de ganadores. El primer clasificado y los finishers que buscan terminar los 42,2 km. Sólo tenéis que mirar los ojos de todos aquellos finishers cuando alcanzan la meta. Rebosan de gloria, levantan los brazos, se santiguan, miran al cielo, o cierran los ojos para recordar a alguien que ya no está. Estos retos son desafíos personales en conmemoración a algo o alguien, ofrendas a desaparecidos, promesas por haber recibido alguna buena noticia, etc. Hay mucha energía sobrevolando por la manada de finishers y sentimiento de solidaridad y fraternidad, porque todos son ganadores y en todas sus miradas se puede leer la sensación de victoria.
Por todo ello, pongo cada año un maratón como objetivo, por lo que me reporta, por lo que representa y porque me pone en línea con mi Visión.
Gracias por estar y también por anticipado al que participe. Si, tras este post, alguien se anima a entrenar para algún desafío, contádmelo, por favor.
Os dejo con un avance de lo que viviremos mañana. No os lo perdáis. Video.
Enhorabuena campeon!!!!. Tu ejemplo nos sirve de motivacion a todos. Sigue asi. Ahora a por el siguiente objetivo.
Enhorabuena a ti también. El próximo objetivo seguro que saldrá perfecto porque lo afrontaré con la mejor compañía. Tenemos tarea por delante. Gracias Ángel.