José Luis Serrano

Un cambio de modelo social desde tu felicidad.

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A partir de ahora me voy a referir a mi estancia en mi centro de alto rendimiento en lugar de decir la palabra confinamiento. Es un intento de ver este periodo como una oportunidad de mejora que pasa necesariamente por entrenar mis emociones porque afectan de manera clara a nuestro rendimiento. Es muy habitual ver a personas con altas capacidades con un rendimiento sorprendentemente bajo, debido principalmente a la dificultad en identificar, regular y gestionar sus emociones. Son determinantes porque nos dan información clave para mejorar nuestra conducta. Cuando transcurre cierto tiempo ignorando las emociones, se alcanza un estado emocional limitante.

Las emociones son contagiosas. Decía la Madre Teresa de Calcuta que la paz empieza con una sonrisa y que no podemos permitir que ninguna persona se despida de nosotros sin sentirse mejor. El estado emocional limitante también condiciona nuestras creencias, pasando a ser limitantes también y estas a su vez limitan aun mas el estado emocional.

¿Cómo se construyen las creencias? Para responder a esta pregunta utilizaré el concepto de la postura existencial   de Alex Rovira.  El autor explica el concepto de postura existencial comparándolo con la postura física. Igual que tenemos unos andares, una manera de encorvar la espalda, etc, así también tenemos una manera de posicionarnos ante situaciones, de pensar sobre otros o de encajar cada vivencia y vienen determinadas principalmente por el sistema de creencias que manejamos.

Podemos hacer el ejercicio de trasladar estas percepciones individuales al colectivo. Al pasar de uno al colectivo podremos imaginar un futuro. De la inteligencia emocional de Coleman a la inteligencia colectiva de José A. Marina. Ya sabemos que todo está interconectado tal y como nos explica el fenómeno del aleteo de la mariposa. Hay una conexión entre la felicidad privada y la pública. Jose A. Marina nos explica que la única manera de alcanzar la felicidad pública es mediante la felicidad privada o individual y para ello se apoya en la economía. Para aterrizar el concepto de felicidad es necesario hacerlo desde la economía. El gasto público y el capital social, entendiendo como tal el conjunto de valores compartidos de una sociedad capaces de desactivar elementos patógenos y basar los negocios en acuerdos «win win» en el que todos sean beneficiados. 

Y abundando en economía como vía para alcanzar la felicidad, hoy he leído un artículo de de Rafael Domenech (Responsable de Análisis Económico de BBVA Research y Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Valencia), en el que cuantifica en 2 puntos la pérdida del PIB por cada semana de confinamiento, constatando que la manera de afrontar esta pandemia por nuestros políticos tendrá un coste de felicidad pública y privada considerable. El gobierno alemán, sin embargo ha vuelto a hacer lo que hizo en el 2.009, diseñando un mecanismo que hace de escudo protector para que empleados, empresarios y autónomos, proporcionando liquidez y difiriendo impuestos desde un primer momento. Igualmente hay que indicar que la Reserva Federal de EEUU ha procedido de manera inmediata a inyectar liquidez en los mercados y bajando los tipos de interés al 0%.

Va siendo importante la corriente que piensa que este modelo económico se está resquebrajando, principalmente por las desigualdades generadas y por la incapacidad de afrontar este tipo de exámenes por sorpresa que se nos presentan. Ante estas contingencias, solemos recurrir a tapar grietas con medidas moratorias en pagos de hipotecas, cuotas de autónomos, etc. Enrique Dans (profesor en innovación del IE) dice en su reciente artículo publicado en su blog, que este es el momento perfecto para plantearnos un cambio de modelo económico, ya que el actual ha generado grandes desigualdades e importantes estallidos sociales, como los agricultores, chalecos amarillos… Esta pandemia nos ha vuelto a sacar los colores al dejar que este confinamiento lo vivan unos en grandes casas con jardines y veloces conexiones a internet y a otros en pequeños pisos incomunicados, con la incertidumbre de si mantendrán su trabajo al mes siguiente.

Para este cambio de modelo, propone reestructurar el sistema de subsidios y que se considere la Renta Básica Incondicional como derecho inalienable y como red de seguridad que impida estos desastres periódicos. EEUU ya se plantea abonar a cada ciudadano directamente mil euros para evitar esta crisis. Argumenta que esta renta debe ser para todos porque los que no la necesiten las devolverán vía impuestos y no dejar a políticos populistas que señalen a los elegidos.

Otro detalle más de este discurso es el artículo El virus que reseteó el capitalismo de Juan Carlos Cubeiro (delicioso bloguero y autor del libro “Del capitalismo al Talentismo” y miembro del consejo asesor de Human Age Institute), en el que habla de algo que suena muy bien: la prioridad de atender el bienestar de los grupos de interés ante la maximización del beneficio para el accionista. Parece lógica esta vía encaminada a no engrosar las diferencias sociales, tal y como ya propuso Milton Friedman y como imagina el autor que ocurriría en el próximo Foro Económico Mundial de Davos. 

Os dejo con una secuencia entrañable de la película «Las uvas de la ira» del gran escritor John Steinbeck, que fue capaz de narrar magistralmente un periodo con muchas similitudes al actual. La tecnología de aquel momento (maquinaria y combustible fósil) propició una revolución industrial que provocó una importante crisis. Espero que lo disfrutéis.

 

 

 

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