Cuando fui niño me gustaba jugar en solitario. Cualquier momento era bueno para inventarme una actividad que asociaba a un pasaje imaginario. En aquella época la mente es fértil y parece tener un potente mecanismo para atraer estímulos de cualquier tipo. Aquellos estímulos los convertía en secuencias insospechadas, porque mis creencias se estaban fraguando y…