«Una avanzada del progreso» es una novela corta de Joseph Conrad que cuenta cómo unos blancos, cuya nacionalidad se omite, deciden embarcarse en una aventura empresarial en Africa. El nombre de la compañía para la que trabajarán es «Gran compañía civilizadora» y los efectos de su loable labor sobre la población africana es de lo más cuestionable. ¿El barco de vapor que empleaba aquella compañía era progreso? No. El progreso se habría dado si hubiera sido en beneficio de la sociedad. Lo que plantea Conrad en la novela no es progreso, sino beneficio.
Decir que ha llegado la digitalización no es cierto. Lleva con nosotros más de una década y es ahora cuando comienza a oler. La curva de su implantación es exponencial, es decir, la pendiente se empinará en breve de sopetón y en poco tiempo nuestras vidas cambiarán de la noche a la mañana.
El postureo empresarial prolifera a sus anchas. Primero con la RSC (responsabilidad social corporativa), luego con huella de carbono y ahora con el humanismo digital. Lo cierto es que queda de lo más pichi lucir todos esos sellos que designan a una empresa como ejemplo social.
Pero la realidad es bien distinta. ¿Qué hemos ganado con la digitalización? ¿mejora en el servicio? ¿rapidez? ¿eficiencia en los procesos?¿calidad en los productos? Nada de esto. La percepción del cliente global es de indignación pese a que lo vistan con declaraciones inflamadas y enlatadas. El cliente no quiere auto servirse por internet, ni tener que reclamar por teléfono, sino que espera ver delante una cara amable que le ayude en sus dificultades. Es ahora cuando el empleado cemento dice que hay que ir con los tiempos y con el progreso. Este empleado no es consciente de que está siendo manipulado y no tardaré en sentir el aliento helado en su cogote.
Progreso es ocuparse de la gente.
Desaparecen los lugares donde atender, los servicios que integran a los colectivos vulnerables se esfuman, los procesos y la burocracia se multiplica y los tiempos de respuesta (en su caso) no se reducen.
Entonces, ¿qué se está consiguiendo? ¿qué beneficios tiene la tan manida digitalización? El principal es que genera información que es la materia prima del poder. Genera algoritmos para analizar el comportamiento de la gente y facturar con el mínimo esfuerzo. Y el más importante: posibilita que se pueda despedir en masa a las personas. Además, quienes debieran controlar estos excesos van y crean una reforma laboral que anima a las empresas a subirse a la ola de este desaguisado. Ya hay muestras de lo que se está consiguiendo; empresas que han detectado el nicho de mercado que van a atender. Solo se esforzarán en dar servicio a ese segmento de gente joven que es capaz de responder a distancia. Llevado a lo absurdo, llegaremos al punto en que un algoritmo dará servicio a un colectivo concreto de personas. El resto no interesa. La temida brecha digital, de la que tanto se ha venido advirtiendo, se amplía cada día.
La tecnología es una gran oportunidad pero el progreso es la aplicación de este recurso en favor del humanismo. Me pregunto por qué es tan necesario recordar esto. Hemos llegado al punto en que hablar de humanismo «viste» mucho. Está de moda. Propongo decir humanidad, que es como se ha dicho toda la vida. Como decían mis abuelos, «hay que tener un poquito de humanidad, leche».
La tecnología solo es progreso si rezuma humanidad. Lo contrario es dar una escopeta cargada a un mono.
Y siguiendo con la ola de modernidad, la red social twitter nos cuenta ahora que los dos trending topic son #firstdates27E, programa de citas con desfile de humanoides en celo, y #RevillaCaballeroEH, que recoge las intervenciones de estos señores que, lejos de estar haciendo labores de humanidad, se dedican a ser ocurrentes en programas de máxima audiencia. Por primera vez en tiempo, el conflicto en Ucrania no ocupa el primer lugar en noticias más comentada. Su puesto lo ocupa #KamalaHarris por la visita a la designación de la electa presidenta de Honduras. Y #Holocausto, ya que un día como hoy (27 de enero de 1945) liberaron del campo de concentración de Auschwitz a todos aquellos hermanos.
Bueno hermanos, yo os dejo con mi video diario. Siempre termino enrollándome así que disculpadme. Hoy le dedico la entrada al propósito, eso que con tanta facilidad olvidamos y que si lo lleváramos fresco a nuestro lado nos ahorraría muchos sinsabores. Es tan sencillo como preguntarnos «Para qué» cinco veces seguidas. En la última respuesta está el propósito. Espero que estéis ahí. Hasta pronto.

Que se lo digan a los bancarios afectados por los últimos EREs y a los abuelos de Soy mayor, no idiota…. Nos invade el egoísmo y el beneficio manda, sin duda alguna. Todo lo demás son disfraces. Hay días en los que me alivia tanto no ser madre… De tu diario se desprende humanidad, afortunadamente algo queda.
Totalmente de acuerdo contigo. Desapareciendo de los lugares donde será la gente, prescindiendo de servicios, multiplicando rentabilidad y destruyendo tejido social. Genial. Gracias por tu contribución.
Mil gracias Esther. Así es. Ese colectivo no está teniendo recato en implementar medidas que buscan su rentabilidad económica sin pensar en las consecuencias sociales. Y es de esa sociedad de donde obtiene su beneficio. Pero quien debiera velar por esta vigilancia es el regulador y legislador. Sin humanidad no hay nada.