Escribir un diario puede parecer algo monótono. Suelo comenzar diciendo la fecha, algo así como «hoy es 25 de enero», aunque hay días que quisiera decir las cosas de otra manera, aunque signifiquen lo mismo. Cambiando se consigue fomentar la creatividad y despertar cierto interés en el lector. Se diga como se diga, el vigésimo quinto día del año está apunto de pasar a la historia y me pregunto si lo ha hecho sin pena ni gloria o ha servido para algo. ¿Para qué sirven los días? Intuyo que son oportunidades. Cada página de un libro cuenta una parte de una historia y sin esa página, la trama quedaría coja.
Un libro es como un espíritu congelado; solo cuando alguien se convierte en su lector, el espíritu revive. La vida es para leerla y solo así, el espíritu de las cosas cobre vida.
Compruebo lo que interesa a la gente. Los de twitter dicen que la tendencia número uno lo marca el hashtag #FirstDates25E, que debe ser el programa de citas de Carlos Sobera, por lo que he podido husmear. Pido disculpas si estoy confundido pero tenéis que comprender que no quiera investigar al respecto. La siguiente tendencia es la de #CeliaVillalobos mofándose en el programa de Risto Mejide del físico de Pablo Iglesias.
Los políticos en general ocultan tanto su verdadera cara que cuando tienen lapsus, estos son gordos de solemnidad.
Y tirando de lapsus, saco a colación la noticia más seguida en la red social por excelencia de la actualidad comentada. #JoeBiden, con cara sonriente, llama hijo de puta y algo más a un periodista que le hace una pregunta incómoda. Lo hace pensando que nadie le escucha. Antes de seguir hablando de este detalle debéis saber que la otra noticia más seguida son los movimientos militares en Ucrania. Toneladas de esfuerzos diplomáticos que no sirven para nada. Hagámonoslo mirar. Los dos arsenales más poderosos del mundo a punto de enfrentarse.
¿Qué puede hacer uno ante esto? Por ejemplo, hacer un buen uso de la palabra.
Con la palabra educamos el pensamiento y modelamos el estado de animo. Las palabras podrían llevarnos a terreno insospechados. Muchas veces nos sorprenden con una historia que nos traslada a lugares nacidos en ese mismo instante en que escuchamos. Este es el poder que alcanzamos cuando cultivamos la palabra. Con ellas expresamos eso que tanto necesitamos y que con tanta facilidad olvidamos. Pero no nos engañemos, no basta con cuidar un discurso anual, sino que es necesario tener el hábito de pasar por la razón aquello que quieres permitir que cobre vida en el mundo. Verbalizando un pensamiento añadimos un ladrillo más a la construcción de un carácter. Envejecemos según nuestro carácter. De nada sirve tener un discurso suave, abrazar a niños en actos públicos si luego no vas a poder cerrar la boca antes de llamar hijo de puta a un periodista.
¿Es que alguien duda de que quienes llegan arriba son aquellos que han sido más diestros en la refriega?
La diplomacia en el mundo, las estrategias comerciales de las grandes empresas no son inocentes. En sus discursos se nota claramente que sus palabras son de cartón piedra. Cuando se relajan sale ese carácter canalla. Lo importante no es el discurso sino el proceso mediante el cual producimos las palabras. Además, este proceso genera un lenguaje no verbal honesto y eso se nota.
Hoy deslizo aquí esa parte de la presentación de «LA CUARTA SEMILLA» que trata de los personajes. Fueron creados con la palabra y recreados con la imaginación. Ahí dentro cobraron vida y comenzaron a disputarse el terreno de las lineas. Espero que disfrutéis.
Y hoy que mi «vídeodiario» va de ciclismo, cuelgo una foto que capturé hace unos días a la magnífica testa de Fede Bahamontes, quien afortunadamente mantiene una agilidad mental parecida a la que exhibió en su día entre col et col