José Luis Serrano

Donde puedo verlo todo

Pero, ¿qué es eso capaz de mostrarme la sombra oblicua de un farol que jamás deja de girar entre las grietas de una fachada? Un balcón que parpadea al sol durante las noches lo separa de quien marca el ritmo de su avance. Los relojes nunca se cansan. Hay horas en las que la sombra se desvanece. Es precisamente cuando la razón de su existencia se enciende y las palomas desaparecen. Es la historia de una fachada capaz de sostener la luz y el tiempo, y la pose anecdótica de cualquier pájaro de paso.

¿Qué es? Me muestra la tierra, sus profundidades, donde el tiempo desaparece solo cuando surge la Verdad. Cuando las manos sienten hendir la arcilla y recrean algo que solo intuyeron que podía llegar a existir. No es este lugar de palomas que caen livianas sobre la luz y el tiempo sino de animales que arrastran su cuerpo por la tierra, de lagartos estatuarios que se mueven a espasmos, como los pálpitos de las entrañas. Nunca luce el sol, aquí sólo alumbra el fuego. Es lugar de artificios porque lo que allí es originado aquí es creado.

Pasan los siglos, se apagan unas brasas pero nuevos pájaros acuden y se posan sobre la fachada de la luz y del tiempo. Y descubro que esas formas que dibujan las sombras cuando giran sin parar sobre la fachada son idénticas que las recreaciones en la arcilla. Es el mismo patrón.

Alguien dijo que lo que es arriba es abajo.

Pero ¿qué es esto donde puedo verlo todo? Lo de dentro, lo de afuera. Es la luz, tonto.

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