José Luis Serrano

Otra ronda. Un baile en el umbral

Comparto aquí mi impresión sobre la, para mi, gran película «Otra ronda«, dirigida en 2020 por Thomas Vinterberg, quien vuelve a convocar a sus actores habituales y que tan creíbles personajes interpretan y galardonada con una cerca de una decena de premios entre los que se encuentran el Oscar a la mejor película internacional en 2020. No os perdáis el emocionante discurso en el momento de su recogida. Dijo que era una película que celebra la vida y que sin embargo se comenzó a rodar justo en el momento en que su ser más amado encontró la muerte. Un accidente de tráfico se llevó por delante la vida de su hija. Manifestaba el propio Thomas que quizás su hija hubiera movido los hilos para que aquel Oscar fuera realidad.

¿De qué va?

Pues de un grupo de profesores de un instituto, compañeros y sin embargo amigos, que deciden embarcarse en una aventura destinada a aportar evidencias empíricas a un estudio publicado por un filósofo en el que argumenta que el hombre nace con un deficit de alcohol en sangre de un 0,05 %.

¿Cómo se embarcan en esta aventura? Pues en una cena en la que celebran el cumpleaños de uno de ellos, el psicólogo que revela dicho estudio, proponen este reto de la misma manera que cualquiera de nosotros formulamos en una de nuestras noches locas de Madrid, algo así como

«No hay huevos para tomarnos una paella en Valencia».

Y entonces acaba uno a las diez de la mañana bajo el solazo de la Malvarrosa, muerto de sueño, de sed y deseando que todo haya sido un mal sueño.

¿Por qué cuajó esta idea entre un grupo de supuestos maduros aburguesados e instalados?

Pues porque se han adentrado en esa etapa de la vida en la que uno se ha dejado llevar por la inercia de la rutina y un buen día descubre que se ha convertido en un ser anodino, insoportable para su mujer y amigos y un soporífero para sus alumnos. En especial uno de ellos, el protagonista, que cuando en aquella cena de cumpleaños da un trago largo a un delicioso vino le comienzan a brillar los ojos hasta desbordar la presa emocional en forma de lagrimas embalsadas desde hace años. Ante la sorpresa de los demás, él se sincera. Bebe y se sincera. Siente que sincerarse es como un bálsamo para su alma. Es entonces cuando cuaja esa propuesta de introducir en sus vidas esa tasa adicional de 0,05% de alcohol para conseguir el equilibrio vital.

Sienten entonces que sus vidas comienzan a desperezarse y muchos ámbitos vitales se animan. Reciben entonces la admiración de sus alumnos al convertir sus clases en procedimientos innovadores que les inspiran y provocan una mejora en sus calificaciones. El matrimonio del protagonista mejora ostensiblemente a todos los niveles y es entonces cuando deciden pasar a la siguiente fase. Deciden traspasar el umbral del 0,05% y recorrer la zona desconocida, esa en la que uno pierde la consciencia y quizás también una parte de la conciencia.

De esta manera, el director consigue imprimir a la película el mismo ritmo de una borrachera en todas sus etapas. No contaré más por no spoilear a nadie. Solo decir que creo que refleja una realidad social.

La vida no deja de ser un camino por etapas, por las que avanzas casos siempre sin ser consciente en dónde nos inmiscuimos.

En ocasiones uno se da cuenta cuando está dentro de un jardín. Y la mayoría de las veces, no encontramos salida. El jardín se convierte en celda entonces. Alguien nos presenta una puerta de salida en forma de copa de vino. Se abre la puerta y vemos la anhelada salida en la que reconocemos a esa persona alegre y chispeante que fuimos y que mantuvo relaciones fluidas y sanas. Había risas y felicidad.

Ya en el nuevo camino, cargado de la euforia del momento, decidimos pisar a fondo porque quizás en el siguiente jardín las cosas todavía mejoren más. Pero descubrimos tarde que trasgredimos un umbral invisible. Tras la experiencia volvemos pero en nuestra memoria queda el recuerdo de que hay un espacio en el que uno pierde la consciencia y esto es útil para momentos de emergencia. La película se convierte entonces en un baile sobre ese umbral. Pie aquí, pie allá.

Esta película es un baile en el que el protagonista nos muestra cómo se suceden cada uno de esos pasos que circundan un abismo.

Y por cierto, me sorprendió gratamente cómo baila el protagonista. Recomiendo fervientemente que la veáis porque en ella descubriremos muchas cosas que nos sucede.

Y añado por último que el psiquiatra noruego Finn Skarderud, presunto autor de la teoría, manifestó que nada tiene que ver con ese estudio en el que otorga al alcohol el poder de arreglar nuestras vidas. Más bien es al contrario, aunque hay que reconocer que muchos personajes ilustres, algunos de ellos se citan en la película, utilizaron el alcojor para desinhibirse de sus demonios y desempeñarse de manera excelente. Genial película.

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