Con todos los recelos del mundo motivados por una nueva propuesta de ley sin acuerdo, me gustaría comentar algo relacionado con esta iniciativa de propuesta de ley en educación. Esta propuesta a las CCAA viene a modificar la actual en tres vertientes:
- La igualdad de género.
- La educación emocional.
- La autonomía de un alumno cuyas edades se sitúan entre los 6 y los 12 años de edad.
En cuanto a la igualdad de género no quisiera extenderme demasiado porque creo que es algo que, aunque parezca difícil de creer, hoy por hoy es necesario. Parecería que lo lógico sería enfatizar en algo más nuclear, como la igualdad del ser humano y que la de género no fuera más que otra derivada, pero desgraciadamente todavía hay que seguir poniendo el foco en esta cuestión. Cierto es que hay buenos y malos usos de la ley, pero eso ya pasa con todo. Yo soy hombre y en mi desarrollo no he sentido ningún trato discriminatorio que no sea la de determinadas personas tóxicas que todos nos encontramos en el camino, pero hoy soy padre de una mujer y me doy cuenta de que su vida está siendo distinta a la que tuve yo. Y eso me encabrona, entiéndanlo con cierta sutilidad.
La autonomía del alumno es algo que en principio no debiera parecer mal a nadie. Aunque este aspecto debiera ser una aplicación de otra más extensa a enseñar en casa por parte de los padres: autonomía del ser humano. Entiendo que el fomento de la capacidad crítica, la formación de un pensamiento autónomo, libre y fruto de un proceso sano y solvente de reflexión e investigación son las vías para implementar esta vertiente. Lo que no entiendo es que se hable de esto como si hasta ahora no existiera. Sería una barbaridad que el sistema de enseñanza no tenga en cuenta estas variables, pero si estas actualizaciones sirven para esto mismo, para ponernos al día y reforzar determinadas cuestiones, pues bienvenida sean.
El verdadero motivo que me impulsó a escribir esta entrada es la parte de educación emocional y no puedo dejar de celebrar que se den pasos en este sentido.
El verdadero progreso de una sociedad pasa por la inclusión en su educación de una asignatura transversal de inteligencia emocional.
Gran parte de los problemas de un colectivo se resolverían en una generación con el consiguiente ahorro de costes y berrinches. Es más, diría que no haría falta hablar ni de igualdad de género ni de autonomía del alumno porque son una derivada de una adecuada gestión emocional. Y en este aspecto tengo que decir que estoy muy sorprendido por la ignorancia en este campo que reina en una gran parte de la sociedad. Hay periodistas que se mofan con cierta sorna cuando divulgan el aspecto emocional de una asignatura porque entienden que el profesor podrá emplear un criterio subjetivo para condicionar las creencias del alumno; niño es más apropiado en este caso. Yo entiendo que el universo de las emociones suene todavía a muchos a ciertos sentimientos “ñoños” que podrían debilitar a personas en formación a la hora de adoptar una conducta adecuada ante dificultades en la vida. Entiendo que duden porque están cargados de ignorancia. Lo que no entiendo, y creo además que dice muy poco en su favor, es que no investiguen o se formen en este campo para saber de qué estamos hablando. Me apena porque el hecho de no querer conocer y elaborar una opinión desde la ignorancia tiene un componente importante de soberbia.
La manera misma de informar de un periodista de una noticia es un indicador, obviando los intereses mercantiles y políticos (que yo diría que están íntimamente ligados), del grado de inteligencia emocional (aspecto determinante en el cálculo de la inteligencia global de una persona) del propio profesional de la noticia. Un periodista que se precie comentaría la noticia informando de manera aséptica de todos los beneficios de esta medida y los posibles peligros (si se le ocurre alguno), incluso dando su opinión, pero siempre fundada.
Es importante recordar, aunque parezca mentira en este siglo, que el aspecto emocional no tiene nada de esotérico.
Es cierto que las principales hallazgos en esta materia son demasiado recientes, pero también lo son determinadas vacunas y avances tecnológicos y sin embargo en estos campos sí se suele informar con cierto rigor.
Un refuerzo del enfoque emocional siempre tendrá un rendimiento exponencial en todos los sentidos. Si la desconfianza viene por el desconocimiento de la materia, por favor, fórmense. Si la excusa viene por parte de que los profesores tendrán que formarse, que lo hagan de manera urgente porque no se entiende que un profesor no sea un experto en inteligencia emocional.
Que se formen por lo civil o por lo criminal, pero que se formen.
No hacen falta grandes inversiones, incluso existen formaciones subvencionadas, libros, videos de profesionales contrastados. Toda esta materia está en los mismo sitios donde una gran parte de la sociedad suele informarse de las novedades en los fichajes multimillonarios de su equipo de futbol, donde apuestan cada fin de semana qué equipo ganará en la liga, donde contratan los viajes, realizan su compra o chatean con el grupo de WhatsApp de la comunidad de vecinos.
Cualquier niño tiene un potencial inimaginable y todos ellos tienen unos niveles muy similares de capacidad. Sin embargo, su futuro como persona dependerá de la manera de cómo afronte su formación. Esa puerta de entrada no se abre más que con un enfoque emocional.
Ese enfoque es el que los encargados de la educación (padres, tutores o profesores) deben manejar con destreza.
Al niño no hay que enseñarle los conocimientos; al niño hay que enseñarle a aprender. Es muy distinto.
El ámbito educativo celebra anualmente un congreso de gran calidad donde tratan precisamente esto, cómo enseñar a aprender. Es una delicia escuchar y aprender de estos magníficos profesionales en ENAP.

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👌🏼🤗gracias