José Luis Serrano

Crecimiento, ¿personal?

A todo el mundo nos gusta, por lo general, hablar de crecimiento. A menudo nos sorprendemos, o no, hablando de nuestros logros y avances en un campo. Aunque no todo lo que crece lo hace en la dirección adecuada. Un quiste en un ser vivo es una protuberancia anómala fruto de unas células malignas, o no, que se desarrollan inarmónicamente. Por ejemplo, esa persona que celebra con risas la desgracia ajena o incluso una borrachera propia. Pero percibo que una gran corriente social comienza a detestar escuchar a alguien hablar de crecimiento personal. Cierto es que no siempre se hace de manera acertada y que incluso puede llegar a generar mucha frustración,

Por eso me gusta decir que para fomentar un crecimiento personal, tanto propio como ajeno, lo mejor es escuchar, no tanto hablar.

Pero, ¿por qué esa tendencia a denostar el crecimiento personal?

Soy coach. Comencé hace diez años por casualidad. Y digo bien, por carambola, porque no pretendía realizar ninguna formación similar. Sin embargo, cuando comencé a escuchar todo lo que allí se decía, me quedé perplejo. Aquello sobre lo que se disertaba era lo que había echado en falta durante tanto tiempo. Era una herramienta que había permanecido oculta sin saber muy bien por qué. Y no me explicaba cómo era tan desconocida. Desde entonces me he formado en varias áreas complementarias que no vienen a cuento ahora, me he certificado, he leído todo lo que ha caído en mis manos, tanto autores clásicos como modernos, buenos y malos. Y después de todo este periplo puedo decir que lo más desacertado son los «nombres», las etiquetas empleadas, el lenguaje.

Crecimiento; ¿por qué no evolución, aprendizaje o superación? Es verdad que no siempre se supera uno y tampoco creo que sea conveniente en todos los casos. ¿Hacia dónde? ¿hacia el éxito? Un éxito, ¿según San quién?. Desarrollo me gusta, pero ¿personal? Este tipo de crecimiento es más social y colectivo que personal. Y si es así, lo es porque necesita pasar por uno mismo aunque el objetivo no sea la propia persona, sino su entorno. Es este el indicador de un buen crecimiento.

El principal beneficiario de este pagaré es el entorno y, por ende, la sociedad.

Es posible que no quieras saber nada a cerca de tus emociones porque cada vez que lo haces sientes que todo se remueve y retrocedes casillas; sin embargo, te aseguro que tus hijos, tu pareja, tu familia y los amigos y compañeros de trabajo lo agradecerán infinito y tu rol cambiará. La inteligencia emocional debería ser una de las asignaturas indiscutibles en los colegios. Si esto fuera así, en una generación se resolverían numerosas patologías de la sociedad y redundaría en primera lugar en un importante ahorro en costes sociales.

Llegado ese momento seremos «solventes» desde un punto de vista social, financiero, físico, con interposición de objetivos de calidad, sostenibles y ecológicos (en cuanto a no avasallar a quienes no los comparten) y motivadores.

La sociedad actual, no hablo de la española solamente, sufre un aumento drástico de la tasa de suicidios. En España, esta tasa duplica a la de muertes por accidentes de tráfico. El colectivo que más protagonismo adquiere en esta triste noticia es el de los jóvenes.

Este dato no trasciende porque se oculta, pero refleja ese «tumor» social inarmónico que habría que extirpar. Y solo hay una manera, a través del crecimiento personal.

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