Icono del sitio José Luis Serrano

Entre olivos, bodegas y ballenas

Pasan los días y no da la sensación de que cundan. Uno echa las cortinas para dormir y las vuelve a abrir por la mañana. Ese simple gesto mecánico encierra una gran profundidad. Llega la noche y el cansancio impide hacer un balance del día. Pero el cerebro sabe que cuando el cuerpo realiza ese movimiento, debe poner en marcha un mecanismo de procesamiento de información y vivencias. Este proceso es clave en el aprendizaje pero lo es más si justo antes de dormir, se realiza un balance consciente de lo acontecido y lo aprendido en el día. El clima  de esta lectura marcará el signo del día siguiente.

Admiro a las personas que llevan un diario. Dice mucho de ellas. Esforzarse en plasmar unas vivencias, narradas desde un punto de vista íntimo es una señal inequívoca de una voluntad constructiva. Yo no lo llevo, Pero sí me gusta anotar en este blog una gran parte de las vivencias que suceden en mi vida. Creo que los blogs, con cierta forma de diario, conformarán el género literario más importante del futuro. Tanto desde un punto de vista sociológico, como literario o histórico.

Pues bien, tras echar las cortinas, rememoré varias de las cosas que hice ayer. Y lo hice bajo un sentimiento de gratitud y con el deseo de hacer más al día siguiente, cuando ponga ciertas cosas en orden.

A las nueve de la noche tuvimos un encuentro interesantísimo. Quince escritores nos hemos puesto de acuerdo para «construir» un gran libro. Es un proceso del que estoy aprendiendo muchísimo y me está permitiendo conocer a grandes e interesantes personas. El virus tiene estas cosas buenas. Ha sido capaz de que cincuentones como yo aprendan a crecer on line con influencias de varios continentes. Deseando compartir con vosotros toda esta información tan interesante. Durante este año podremos informar de una nueva contribución colectiva. Un libro se lleva mucho tiempo, trabajo, pero también mucha ilusión.

Asistí a una ponencia de mi admirado Carlos Barrabés. Lo sigo por todas las redes sociales porque me parece una de esas personas que trascienden como emprendedores. Conocido como aquel emprendedor que inició su andadura cuando montó su tienda on line de artículos de montaña. Dio ejemplo en aquel entonces siendo el primero en digitalizarse, pero desde entonces no ha abandonado su inquietud por conocer los derroteros que tomará la sociedad que viene. Es de esas personas que sueles poner al frente de una expedición larga, sin que sea un gran especialista en nada. Lo que dice va a misa, pero lo que hace, le autoriza. Junto con el toledano José Antonio Marina, lo ponía al frente de este país.

La burocracia domina el planeta. Todo se ha estructurado de manera que uno no pueda avanzar sin obtener ciertas autorizaciones y sin someterse a unos procesos que no aportan valor, solo autorizan. Por muy buena que sea la iniciativa, por más que vaya destinada a ayudar, se necesita pasar por el tamiz de la burocracia. Y esto es así aunque haya alguien que en ese tiempo se encuentre agonizando. Líderes son quienes se saltan la burocracia para aportar valor y asumen los riesgos, porque la sociedad les termina siguiendo. Quienes se remiten al manual no dejan de ser parte de una manada. Ojalá pronto reciba mi autorización última para poder ayudar. Me acuerdo mucho de quienes al principio de la pandemia dedicaron muchos esfuerzos a fabricar los respiradores tan necesarios y finalmente no obtuvieron los permisos administrativos, pese a su probada utilidad. En fin, es un tema controvertido, sin duda.

Y hablando de literatura. Ayer pudo leerme una joya. «El tonel del amontillado» del grandísimo Edgar Allan Poe. Debo agradecer aMaria Dueñas, quien en una entrevista sobre su última novela «La templanza» sacó a relucir este cuento. Tengo muchas ganas de leer su novela y ahora os contaré por qué. En la entrevista fue preguntada por una historia relacionada con el mundo del vino que aconsejara a los escuchantes y fue cuando recomendó este magnífico cuento. Os lo aconsejo. Breve y plagado de simbología ancestral. Como todas las historias de los grandes autores, creo que es mucho más interesante la literatura que se obtiene de todas las interpretaciones que se le dan a sus obras que la obra en sí. Aun siendo mucho.

Y decía que tengo ganas de leer a María Dueñas en «La templanza» por dos motivos. El primero porque la trama gira sobre determinadas experiencias en torno a una empresa: una bodega. Ya sabéis que la empresa conforma un ámbito de indudable importancia en la sociedad y creo que es fuente de impulsos o retrocesos, en función de cómo se gestione. Admiro muchísimo esos negocios capaces de definir estrategias a largo plazo y conformar procedimientos industriales capaces de añadir valor a la sociedad y mantener la economía de ámbitos geográficos y familias. Y no dejan de ser una elección más para quienes aspiran a poder elegir a la hora de alcanzar la realización personal.

Y por otro lado, porque es precisamente una bodega donde se desarrolla mi siguiente novela. La cuarta semilla se desarrolla en una explotación olivarera y en breve daré la lata con una explotación vitivinícola. Deseando avanzar cosas, pero vamos por partes. Vendrán muchas más después.

Y ya por último, avanzaros una novedad al respecto de la presentación de «La cuarta semilla». Será rodeado de olivas y en un entorno maravilloso. Ojalá no os lo perdáis y podamos dar entre todos un empujón a quien lo necesita.

Por cierto, hoy, gracias al grupo de escritores que trabajamos en una nueva obra, he descubierto que la ballena es mi animal tótem y he de reconocer que estoy muy contento del hallazgo. Os invito a que realicéis la meditación y descubráis qué animal es vuestra principal fuente de aprendizaje.  😉 La meditación es algo que me acompaña desde hace tiempo y en «La cuarta semilla» no podía dejar de darle la importancia que se merece.

Os dejo con la entrevista de Carlos Barrabés.

Gracias por visitarme 👋🏼.

https://youtu.be/89imXQKVkTA

Salir de la versión móvil
Ir a la barra de herramientas