Icono del sitio José Luis Serrano

Talento; La gratitud de lo inesperado.

Como todo lo inesperado, causa sorpresa. Esta crisis nos ha sorprendido en muchos ámbitos y todos nos esforzamos en reinventar algunos de los procesos para desempeñarnos mejor y estar a la altura de las circunstancias. Cada uno a su manera y todos los esfuerzos son loables. El ámbito de la educación no queda fuera de esta sorpresa generalizada y cobra una relevancia especial porque estamos hablando de la formación, no solo técnica y académica, sino emocional y humanística de quienes en un futuro tendrán las riendas de la sociedad.

Hay que decir que esta crisis ha dejado fuera del sistema a muchos niños sin recursos. Momentáneamente, eso espero, existe un porcentaje de alumnos que no tiene capacidad de conexión y que se encuentran en riesgo de nutrición. El estado ha probado a conectarles vía internet y ha repartido tabletas, utilizado la televisión, el móvil, etc, pero existe un porcentaje que se ha descolgado. A la Administración solo le queda la única alternativa, que quizás debía haber sido la primera. Ponerse a disposición de los docentes. Es decir, anteponer el talento a los millones.

La UNESCO ha organizado unas jornadas en las que seguramente tratará de justificar su existencia más que proporcionar soluciones. José Antonio Marina propone en su «Biografía de la Humanidad» aumentar la inteligencia social desde la sociedad política y la sociedad civil, desde la perspectiva de un estado promotor de esos mismos valores: generar talento e inteligencia. Agradezco profundamente a Marina su capacidad de alumbrar y lamento que desde la política no se utilice su magisterio para elaborar políticas de futuro.

La educación es algo más que una maquinaria educativa que funciona a base de millones con los que desde la política suelen justificar su incompetencia. Es una organización humanitaria que tiene la misión (nada más y nada menos) de impulsar la inteligencia y el talento de las próximas generaciones. Esos futuros gobernantes desempeñarán su misión con altos estándares de gratitud al sentir que la sociedad supo descubrir y poner en valor social unos talentos ocultos.

Y dicho de otra manera: Estaba sorprendido. Siempre pensó que ese tipo de plantas era frágil. No era la primera vez que había sembrado esa especie junto a otras de su jardín y todas parecían prosperar menos esta. Mientras las demás crecían, esta se mostraba apagada hasta morir. Pensó que no era una especie agradecida porque no había manera de que respondiera a sus cuidados. Por más que regaba y abonaba todas respondían menos ella. Probó a cambiarla de orientación, de temperatura, de humedad, pero nada; cada día peor.

Estaba desolado, porque después de quince días fuera de casa, con la tranquilidad de creer que había conectado el riego, acababa de descubrir que un olvido de un simple click había acabado con la vida de todas sus plantas y con el cuidado de tantos años. Todo para nada.

Sin embargo, aquella planta que le había traído por el camino de la amargura durante tanto tiempo, sostuvo el hilo de su desánimo. Había crecido en la adversidad. Tras dos semanas a plenos sol de agosto, había sido capaz de crecer y ¡hasta de florecer!.

Ahora sí sintió una inmensa gratitud por aquel descubrimiento inesperado y fue el inicio de un nuevo jardín.

Photo by Engin Akyurt on Pexels.com
Salir de la versión móvil
Ir a la barra de herramientas