¿Creéis que tras este periodo de confinamiento, en el que toda la actividad humana (salvo una) se ha retraído abruptamente, todo seguirá su curso? Habrá opiniones de todo tipo, como en botica, pero debo decir que la mía es que el modelo cambiará. Qué alegre es afirmar este tipo de cosas en estos momentos. Es cierto, no deja de ser un arrojo dejar por escrito la opinión de uno, pero mi intención es y seguirá siendo mantener este arrojo y tratar (distinto es que lo consiga) de razonar de manera ecuánime y documentada todo lo que escribo.
Mi experiencia en la última crisis financiera allá por el 2.007 es que supuso un antes y un después en muchos ámbitos de la vida. Nos cambiaron las claves para entender cómo mantenerse a flote y creo que quien decidió persistir con las claves anteriores, sucumbió con las botas puestas. Entiendo que lo lógico es cambiar al ritmo que se suceden los cambios en el entorno para poder sobrevivir. Pero también entiendo que los cambios no deben ser superfluos sino que deben iniciarse desde dentro hacia afuera. Esto tampoco suele ser bienvenido para muchos, porque no dejan de ser adivinanzas y no estamos para juegos.
Para empezar a entender este proceso debemos hacernos preguntas. No te preguntes qué le pido a la vida, sino qué quiere la vida de ti. En octubre de 1963, el presidente norteamericanoJohn F. Kennedy dijo una frase que ha permanecido en la mente de gran parte del planeta:
«No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país«.
Cierto es que la primera reacción ante un evento de tal magnitud es reaccionar casi automáticamente en busca de la supervivencia, pero una vez pasados los primeros instantes es bueno hacernos algunos planteamientos de diferente manera. Imaginemos que partimos de cero; que hemos sucumbido ante una de esas amenazas que siempre vuelve a atormentar nuestras cabezas: la colisión de un meteorito sobre nuestro planeta y que debemos reconstruirlo. Sería momento oportuno para preguntarnos qué podemos ofrecer a la humanidad. Elegir el foco de nuestras acciones para colaborar en la reconstrucción de un nuevo mundo.
Pues trasladando esa necesidad al momento actual, parecería lógico pensar que nuestra próxima actividad para ganarnos la vida fuera de todo menos robotizable. Los robots están aprendiendo a hacerlo todo y no parece buena elección dedicar nuestros esfuerzos a hacer algo que un robot terminará haciéndolo mucho mejor y más rápido que nosotros.
«El trabajo del futuro es emocional»
Puede ser más o menos rentable, pero lo que no podemos negar es que el brillo que desprenden los ojos de alguien cuando está disfrutando con lo que hace es envidiable. Hay que emocionarse con lo que hacemos y no tener esa sensación de pérdida de tiempo. ¡Ojo! Que nadie interprete lo que no estoy diciendo. No conmino a nadie a nada. Aquí el primero que debe hacérselo mirar soy yo.
Una vez calmadas las masas, continúo. Daré una opinión personal más, que para eso es mi blog 😉 . Admiro profundamente y disfruto con quienes disfrutan de su actividad y son capaces de crear belleza y emocionar. Hoy os quiero presentar algún que otro ejemplo. Jessica Préalpato, es una cocinera especializada en repostería sin azúcar y saludable. Sus creaciones no solo parecen deliciosas sino que también lo son en cuanto al gusto y textura. Os dejo aquí un ejemplo de algo que admiro y que es objeto de mi estudio. Ha sido nombrada la mejor pastelera del mundo, ¿no os parece maravilloso?.
Muchas veces es suficiente con reconducir una actividad sin partir de cero. Son muchos los ejemplos de éxito. Nokia fue, antes que una empresa de telecomunicaciones, un fabricante de neumáticos. Y ahora os presento un ejemplo de reconversión para poder satisfacer una demanda insatisfecha. Y a fe que lo ha hecho con estilo. Es otro ejemplo de adaptación proactiva ante un cambio del entorno. La destilería AMASS ha pasado de elaborar ginebra a fabricar geles desinfectantes ante el desabastecimiento de este producto en el mercado. En muchas ocasiones basta con matizar la dirección de tu inercia para aprovechar esa fuerza productiva pero en dirección adecuada.
En fin, todo menos guardar tus joyas en el garaje. Todos, absolutamente todos (y no es una opinión sino una evidencia) tenemos joyas, habilidades que nos hacen especiales. Unos se desempeñan haciendo uso de ellas y otros no las detectan y permanecen ocultas hasta el final de sus vidas. Esto me produce una gran tristeza y hasta rabia porque solo hay una vida y una misión principal. Un ejemplo de esto mismo es el de Larry Schroll, un aficionado a los coches de Pennsylvania en los Estados Unidos que atesoró en vida una magnífica colección de autos de época. Lamentablemente Larry falleció dejando a su familia una colección abandonada de coches viejos que afortunadamente se han conservado bien. No nos guardemos nuestras joyas en el garaje.
Nunca es tarde para aprender. De esto mismo he querido asegurarme yo, que tengo cuarenta y nueve años y la mosca detrás de la oreja. Es un consuelo saber ahora que nuestro cerebro sigue produciendo neuronas hasta pasados los ochenta años. Entre este descubrimiento y el de la neuroplasticidad cerebral, ya sabemos que tenemos capacidad y recursos para cambiar, si queremos. Además, ya sabemos tambien que el ser humano es capaz de fabricar un tipo de neuronas capaces de hacer trabajos como conducir la electricidad. Por lo tanto, llamadme iluso si queréis, pero si alguien se descuelga será por otra razón.
El cambio está produciéndose. Estamos en la ola y habrá que decidir cambiar proactivamente o que nos cambie a la fuerza. Y tenemos ante nosotros un mes (como mínimo) de confinamiento. Cuando pase la ola veremos que se ha definido un nuevo «contrato social»en el que se generen los mecanismos que permitan a los estados controlar tecnológicamente a toda su población. Cómo será la relación de los individuos con el estado, ¿más autoritario o más democrático?¿De qué estado estamos hablando, regiones o continentes?. Hoy por hoy, está ganando el estado autoritario. Vemos que se han tomado medidas como el mando único del país, que los países como China están reaccionando mucho más rápido ante las crisis basados en relaciones de estrecho control y vigilancia, etc. Podemos decir que solo son medidas temporales, pero la experiencia nos dice que las directrices gubernamentales se suelen construir a base de medidas temporales que suelen pasar inadvertidas. Se llama «colar de rondón».
Noah Harari autor entre otros del best/long seller «Sapiens», dice precisamente que la tormenta pasará pero estas decisiones de hoy cambiarán vidas y permanecerán entre nosotros en adelante. Las medidas temporales construyen el futuro y se convierten en perennes. El universo es un reflejo inexorable de nosotros mismos y lo que hagamos a nivel individual se proyectará a nivel colectivo.
José A. Marina, en su «Elogio de la guerra» nos dice que la mayoría de las ciudades se salvan cuando luchan, pero que en paz, suelen perder el temple. Pues lo mismo pasa a nivel individual. Hablando de luchar, el estudio GALLUP nos muestra la distribución de la sociedad según su grado de enganche o implicación en la lucha con un proyecto colectivo. Utiliza la célebre historia medieval de los tres canteros. El primero es un sufridor, el segundo un mandado; el abocado a la grandeza sabe que está construyendo una catedral. Dichos estudios (2018) revelan que el 18% de los empleados en el mundo son como el primer cantero (activamente desenganchados). El 67%, como el segundo cantero (indiferentes, unos mandados). Sólo el 15% se sienten altamente implicados. Una pérdida de productividad que es siete veces el PIB de España. Una desconexión que va por geografías: en el norte de África y Oriente Medio están “enganchados” el 58%; en el este de Asia el 57%; en Iberoamérica el 32% y en Norteamérica (EE UU y Canadá) el 31%; en los estados post-URSS el 18%, en la Europa del Este el 15% y en Australia y Nueva Zelanda, el 14%. En Europa Occidental, el 10%; en España, el 6%. En las mejores compañías para trabajar (Top Employers) el 70%. “Lo que hace atractiva la guerra es que da significado a los esfuerzos. Para que sea atractiva la paz deberá ser capaz de hacer lo mismo” (José Antonio Marina). Enganchémonos al carro. Me he ayudado de la maravillosa fuente de @juancarcubeiro, un maestro y mentor que ya le quisiera yo para mí.
Y por último, me gustaría finalizar con una máxima en programación neurolingüística: «El mapa no es el territorio«. No confundamos una representación con la realidad. No podemos juzgar a un país como España por un simple dibujo. Se hace necesario viajarlo, vivirlo y leerlo para entender cualquier movimiento. Pues lo mismo pasa con la bandera, con los símbolos, con los himnos, etc. Supongo yo que antes que juzgar o etiquetar habrá que profundizar con ecuanimidad.
Y para despedir, un acto de coraje. Os dejo con una magnífica secuencia de la película Billy Elliot, dirigida por Stephen Daldry en el año 2.000, de la cual podemos empaparnos. No confundamos la sensibilidad de este niño con el coraje de su personalidad. Espero que disfrutéis.
👍
Gracias Pippo