El título de hoy hace referencia a una expresión que denota un estado de satisfacción, intimamente ligado con la felicidad. He leídos mucho sobre felicidad, éxito, logro, etc, sin embargo, poco he descubierto sobre la realización de las personas y creo que está cargado de un contenido bastante relevante con el que a continuación me atrevo a reflexionar.
La RAE, en su acepción 4 lo defina así: «Sentirse satisfecho por haber conseguido aquello a lo que se aspiraba.»
Aparecen los conceptos de satisfacción por conseguir una aspiración. Un estado de satisfacción es agradable, pero lo es mucho más cuando es consecuencia de una consecución de un objetivo previamente fijado, como es el caso. Autores en materia de desarrollo pesonal lo definen como «alcanzar la plenitud desde tu realidad». En este caso ya no se habla de satisfacción sino de plenitud que es un concepto algo más general y atemporal.
No cabe duda que es un concepto muy potente, muy poco trabajado en el mundo de la educación y al que parece no dársele demasiada importancia en la formación de los jóvenes. Sin embargo, es precisamente la realización a lo que debe tender un joven desde sus inicios, porque es lo que realmente forja la felicidad desde su realidad. Es decir, siendo realistas y con los recursos que se tienen, habría que ponerlos en funcionameiento a fin de alcanzar una meta que nos conduzca a la plenitud. Ahí es nada. Pocas cosas son más importantes que esta en la vida de una persona, sin embargo, seguimos sin atender a esta importantísima cuestión que puede marcar el destino de las personas y de una sociedad. A continuación hablaré de varios conceptos intimamente relacionados con este tema.
Parecería lógico que alguien utilice sus mejores recursos (su realidad) para alcanzar esa posición en la que intuye que se encuentra su satisfacción, como por ejemplo, vivir de la música, crear composiciones artísticas, enseñar a colectivos, vigilar recintos, resolver conflictos, etc. Todos tenemos recursos, sin embargo, dentro de nuestros recursos nos encontramos con los talentos. Talento no es una fortaleza que nos convierte en habilidosos, sino una potencialidad. El hecho de tener talento, tal y como indica José Antonio Marina, no implica el ejercicio de virtuosidad, sino que es necesario gestionarlo y entrenarlo para que se convierta en una fortaleza real, desde la cual empezar a actuar. Es decir, para alcanzar una fortaleza debemos trabajar los talentos. Talento es entonces «fortaleza en potencia». La idea de potencia es la que aporta significado incluso a la antigua moneda referida en la parábola de la Biblia y surgida en Babilonia durante el periodo helenístico. Las monedas son mercancía en potencia; uno no tiene la mercancía hasta que no entrega el talento. Por eso mismo, el talento era la potencia de todo lo que se podía comprar, solo hacía falta convertir la moneda en mercancía.
Las consultoras de Recursos Humanos indican que el 83% de los talentos mueren sin convertirse en fortalezas. Este es el verdadero drama de la sociedad que impide en gran medida que alcancemos ese estado de plenitud al que me refería antes. Sabemos ya que el 50 % del talento tiene un componente genético, heredado de nuestros antepasados, sin embargo, también olvidamos que la otra mitad corresponde a una posibilidad de adquirirlo mediante el entrenamiento. Si fueramos conscientes de que la educación en edades tempranas nos predispone de manera definitiva a alcanzar talentos necesarios para convertirnos en seres plenos, el ámbito de la eduación cambiaría. Está muy relacionado con el concepto de carisma, que en griego (Karisma) significa regalo de los dioses. Tradicionalmente se trata como un regalo (presente, gracia).
La realización debería tenerse en cuenta como un fin en si mismo, dado que desde ella alcanzamos un estado de plenitud, intimamente ligado con la felicidad, que es el verdadero don anhelado por la humandad. Sin embargo, pensamos que la felicidad se encuentra en el medio que nos conduce al objetivo. Deseamos los talentos, los dineros en lugar de desear el objetivo final en el que se ubica la satisfacción. Por eso es tan dificil alcanzar la realización como seres humanos, porque nos solemos quedar en el camino, agarrados a las piedras «señuelos de la felicidad».
Aparece entonces otro concepto: el de la generosidad. El camino hacia la realización está ligado con la generosidad del desprendimiento de lo material en aras a conseguir el objetivo. Cuando renunciamos a la generosidad nos enredamos con los «medios» y tendemos a acaparar en lugar de gestionar o intercambiar generosamente para alcanzar. Un ejemplo de negocios exitosos desde la generosidad es Google y otras muchas. Todas las empresas o profesionales que trabajan aportando desde la más profunda generosidad, derivada de la pasión, termino convirtiendo sus modelos de negocio en exitosos. La pasión de las personas deriva en generosidad por compartir sus conocimientos y la necesidad de ayudar poniendo en marcha sus fortalezas, solo por el hecho de sentirse bien. Esto suele ser reconocido finalmente por la sociedad, deviniendo en un modelo de negocio exitoso. Es el efecto conocido por «googleización», término utilizado por Siva Vaidhyanathan, profesor de la Universidad de Virginia.
Y ya para aterrizar este concepto hasta la realidad más actual, diré que la digitalización es una forma de poner en valor el talento de las personas. Es un recurso al alcance para desarrollar el talento y alcanzar fortalezas susceptibles de utilización para avanzar en el camino de la realización de manera más rápida y efectiva. Desde un punto de vista de estrategia, podemos decir que antes las empresas grandes se comían a las pequeñas, pero hoy todas sucumben ante las dinámicas, creativas y vitales, lo que nos da una idea de la necesidad de la digitalización para alcanzar objetivos desde la realidad actual.
Para alcanzar la realización hay que ponerse en marcha. La RAE dice que es un sentimiento tras alcanzar algo, por lo que la idea de ACCION es fundamental. Para ello, recuerdo algo muy manido pero poco utilizado: «lo perfecto es enemigo de lo posible». El que no actúa por buscar la perfección termina frutrado por la inacción y por tanto no termina realizándose.
Abogo por trabajar la realización de las personas como medio para alcanzar la felicidad individual y por ende, alcanzar sociedades más saludables.
Trabajar los talentos para convertirlas en las fortalezas necesarias para hacer el camino hacia nuestras metas más eficiente, facilitará la pasión que desborda en generosidad y esta, en felicidad y abundancia.
La foto de hoy la tomé hace algún verano en la playa de Estepona mientras mi hija practicaba su pasión. No cabe duda que tiene mucho que ver con un profundo sentimiento de realización, que es en definitiva, el factor que conformará el marco de su felicidad. Espero que os guste.