Icono del sitio José Luis Serrano

Hablemos de liderazgo

Hoy toca explicarme. Ya está muy manida la expresión «No estamos en una era de cambios sino en un cambio de era», pero también es verdad que cada día encontramos argumentos para volver a decir en alto esta frase. Desconozco quien la dijo primero pero si hubiera obtenido un ISBN estaría recibiendo suculentos ingresos pasivos.

Tras el atentado en Barcelona se han incrementado los comentarios en todos los ámbitos, especialmente en los bares y sitios similares de reunión, en los que se critica el cosmopolitismo, la apertura de fronteras y la tolerancia con ciertas culturas incipientes en España. Cada vez que asisto a un corro en el que se diserta sobre este asunto, me viene a la cabeza el artículo de Perez Reverte en el que afirma que esta es la nueva forma de «Guerra santa», además de llamar a sus lectores idiotas. La inmensa mayoría de quienes alertan con gran rotundidad de los peligros de España y de la sociedad occidental, erigiéndose líder de barra, no respalda sus opiniones con acciones inteligentes que propicien esto mismo que predica. Es bastante triste percibir que una gran parte de la sociedad practica el «slackactivismo», realizando cruentas críticas a todo el que no se sacude en el pecho ante sus palabras, en lugar de organizar acciones serias, inteligentes y constructivas. Esas mismas personas son las que se esconden en las trincheras de la inacción, afectados por la emoción más social de todas (vergüenza) y enmascarando esa clase de miedo tras bravuconadas y fanfarronerías. Tal y como dice Francisco Alcaide, experto en aportar ejemplos de cómo aprender de los mejores, es habitual ampararnos en las cuatro grandes enfermedades del talento: la quejitis, la victimitis, la culpabilitis y la excusitis.

Profundizando en el cambio de era, traigo a colación la noticia reciente de que se acaba de hacer oficial que tenemos nuevo líder económico en el planeta. Una cultura tan distinta como la China, será la dominante en el mundo. No se trata de una cultura occidental, ni grecolatina, sino totalmente desconocida para nosotros. Es un reto para nuestra sociedad adaptarnos con rapidez de manera proactiva e inteligente, sin caer en el «hay que cerrar las fronteras» y lo nuestro es lo mejor» tan usualmente escuchado. Os adjunto en este link los comentarios de Juan Carlos Cubeiro haciendo un simil con el futbol. Nuestro centro del campo está formado por Aristóteles, Sócrates y Platón y por tanto, no es que tengamos que renunciar a lo nuestro sino que debemos crear una nueva manera de dialogar con el nuevo líder mundial. 

Ante las nuevas formas de guerra, los efectos de la incipiente «cuarta revolución industrial»  y las inminentes nuevas maneras orientales de liderar el mundo, lo que procede de manera inmediata es aprender a liderarnos nosotros mismos y ser libres de las presiones sociales a la hora de adscribirnos a opiniones tóxicas sin previamente realizar un juicio pausado y sereno. La primera tarea pendiente que tenemos desde un punto de vista colectivo es la educación. Con la misma educación (o peor) que la de hace décadas o siglos, no se pueden esperar cambios a la hora de afrontar los nuevos liderazgos y formas de emprender, hacer la guerra y convivir. Una educación positiva, basado en un valor irrenunciable (la libertad) que proporcione al ciudadano la posibilidad de elegir, decidir tras conocer en profundidad los riesgos es urgente. Libertad de juicio, libertad financiera (quizás la más sutilmente impedida y necesaria) propiciaría que cada estudiante pudiera decidir su formación en función de su talento, de sus fortalezas, en lugar de buscar la igualdad ante la masa cubriendo sus debilidades. El joven Matías Ortega de 15 años tiene claro qué, cuándo y cómo lo quiere. Y no solo lo sabe, sino imprime acción a sus sueños, generando una conducta congruente.

Dejemos de presionar las conciencias con improperios y palabrería y obtengamos credibilidad imprimiendo acción. Nos constituiremos en el ejemplo necesario.

Os dejo con el video del joven Matías Ortega, defendiendo con determinación su sueño, dando ejemplo a todos aquellos que practican el activismo de sillón.

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