Icono del sitio José Luis Serrano

Sentimientos de dirección

Así llamo al sentimiento cada día más habitual por desgracia en la sociedad. La abrumadora oferta existente a nuestra disposición con la que relacionarse y el fácil acceso a las TRICs provocan asaltos a nuestra atención. No es lógico pensar que muchos de los estímulos recibidos cada día tienen una potencia abrumadora y por tanto son capaces de sorprender y entretener a cualquiera, por mucho foco que tengamos.
Este sorteo constante de estímulos poderosos provoca replanteamientos permanentes de nuestras conductas y creencias, llegando a variar los valores tradicionales que rigen nuestra conducta y a conformar nuevas identidades.
Por otro lado, lo que nos podría aportar foco, arraigo y sustento ante esos vaivenes pierden fuelle. Por ejemplo: el puesto laboral cada día es menos atractivo y menos remunerado y en muchos casos somos meros transmisores y ejecutores de órdenes digitales demandas de un CRM. La paulatina menor autonomía provoca inexorablemente una merma en la motivación de las personas. En la familia, cada individuo tiene su ecosistema propio infinito de posibilidades a través de sus dispositivos móviles personales y en los que invierte gran parte del tiempo. Y en general todos buscan un eje en torno al cual adquieran su motivación y foco en el que encontrar esa autorealización de manera independiente. Nos estamos convirtiendo en departamentos estancos concentrados en una búsqueda íntima de autorrealización.
Pero hablemos de ese sentimiento que provoca que la flecha de nuestra veleta este en constante rotación en busca de la dirección del viento. Se trata de un sentimiento de incertidumbre y en algunos casos de miedo y desasosiego. No cabe duda que el movimiento de esa flecha aporta cierta ansiedad por la desubicación temporal de la dirección que tanto buscamos. La incertidumbre es uno de los males de la sociedad posmoderna y tenderíamos por tanto que adaptarnos y saber convivir con ella. Nuestras flechas llevan tiempo ya moviéndose con asiduidad y no esperamos que descansen a corto plazo. Los nuevos tiempos tecnológicos, el volumen de información que navega por la red y la globalización ha supuesto una revolución social y marcado una nueva época en la humanidad de repercusiones parecidas a la revolución industrial y a la revolución francesa. Se está conformando uno nuevo modelo social, mejor dicho, estamos construyendo nuevas formas de relación y convivencia y en los cambios se producen sentimientos de desorientación profundos.
Hay un aspecto clave en este sentido: la remuneración. Tradicionalmente hemos encontrado la RAZON DE SER DE NUESTRA EXISTENCIA en el oficio con el que nos hemos GANADO LA VIDA (fijaos el calibre de la expresión y la potencia de alcance sobre las creencias) y con el que hemos SUSTENTADO A LA FAMILIA (ídem). Y es normal que busquemos ese Norte en algo sobre lo que seamos remunerados. Pues bien, hay que decir, que esto se ha convertido en extremadamente difícil y aquellos pocos que lo tienen o son supertalentos o han tenido simplemente suerte. Ante esto no queda más remedio que saber aceptar que nuestro sentido de vida no tiene porque ser remunerado, no caigamos en esa trampa. Los jóvenes lo tienen muy claro; han crecido en un ambiente de ocio y de protección y se han adaptado a un estilo de vida fruto de esa educación. Viven permanentemente en ocio, estudio y dependiendo de os escasos recursos que se les proporciona y son felices así y no quieren más. Esto no es necesariamente malo, sino que es distinto a la mentalidad productora que tenemos los más mayores. Los jóvenes producen información y consumen culturas de su entorno. Son una consecuencia de lo que les hemos proporcionado y no esperemos que aspiren a trabajar durante largas jornadas o montar empresas que generen grandes beneficios. Son capaces de subsistir con muy pocos recursos y no quieren más que interactuar entre ellos con las nuevas formas de relación y producir y consumir nuevas formas de cultura.
Como siempre, los referentes vienen por debajo y me temo que vamos a tener que aprender de ellos a encontrar la quietud de esa flecha que habla del sentimiento de dirección. En mi caso particular, no tengo remilgos en reconocer que antes de seguir aprendiendo debo desaprender muchas de las creencias generadas y que sirven de poco ya si quiero adaptarme. Tiendo entonces a hacer de ese desasosiego generado por esa incertidumbre en la dirección de mi propósito de vida, mi propia sentido de vida. Es decir, surfear sobre la ola que tanto perturba nuestra existencia, comprenderla, estudiarla y divulgar mis propias conclusiones. Ese es mi reto y deseo hacerlo de una manera original, que sirva para despertar alguna conciencia de manera agradable. No espero ni mucho menos hacer de esto un modo de vida, lo pretendí hace tiempo y me dí cuenta que era un trampa mortal de necesidad, autodestructiva. Busco ya adaptarme con urgencia a los nuevos tiempos colaborativos, a la nueva realidad social y a trabajar en poner los cimientos sobre los que voy a sustentar la nueva etapa en la que hicimos entrada hace unos años, de forma abrupta. Este tema es interesantísimo y que merecería un análisis más en profundidad, pero como introducción solo decir que la construcción de tu planta de producción y creación de inputs que te van a proporcionar ese sustento vital, económico o no, y las diferentes formas que debemos adoptar para afrontar estas nuevas etapas tan necesarias, conforman un tema interesantísimo a tratar.
Aquel que se sitúe en la queja ante el miedo y la inacción ante el desasosiego de los cambios que no han hecho más que empezar, se encontrará con su particular flecha en constante movimiento de centrifugado autodestructivo. Mejor adáptate. Observa a los jóvenes que son quienes tienen la sabiduría de esta nueva época.
Gracias por estar.
Imagen obtenida del interesantísimo blog de  https://jorgebustos.es al que os aseguro que volveré para releer con mas tranquilidad.
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