Uno de los recursos imprescindibles en estrategia es el factor sorpresa, sólo posible cuando los competidores no conocen las intenciones, o más bien, piensan que son otras distintas, motivadas por alguna señal distractora.
Sun Tzu, en el Arte de la Guerra, decía que «el enemigo debe ignorar donde me proponga librar la batalla, porque si lo ignora, deberá estar preparado en muchos puntos diferentes y serán pocos numerosos los efectivos que se encuentren en cada uno de estos puntos».
Liddell Hart, famoso estratega británico, afirmó en su libro «Europa in Arms» de 1.937, que «la sorpresa ha llegado a ser la clave de todas las acciones militares. Toda acción deberá estar basada en la sorpresa y se deberán emplear todos los medios necesarios para lograr la decepción del enemigo».
Una de las teorías que defiendo desde hace años, es que en la actualidad, los campos de batallas de las Guerras no se parece en nada a las anteriores y los modos de ataque son mucho más sutiles pero también más devastadores. Las artillerías principales actualmente son los mercados financieros, las bolsas de capital que circulan a lo largo del planeta y sobre todo, los pull de influencia o Lobbies. De nada serviría hoy bombardear una nación y asesinar a sus habitantes cuando lo más seguro es que sus líderes no se encuentren en dicho país y sus directrices estén circulando a través de la Red, conectando a sus integrantes a lo largo del planeta. Este es el caso de los extremistas islámicos, que parece claro que ya se encuentran dispersos por todo el mundo, recibiendo consignas a través de internet y causando el pánico de gran parte del planeta. Es la información el bien más preciado, aquello por lo que luchan los contendientes y este bien, afortunadamente es prácticamente imposible de parar.
Y una vez más, el mandatario ruso, ha dado muestras de ser un gran estratega y dominar a la perfección una de las armas más efectivas en cualquier contencioso: El efecto sorpresa. Para conseguir sorprender, previamente hay que mostrar un señuelo con el que entretener al enemigo y atacar en otro lugar distinto y no esperado. Hay que ser diestro en el engaño. Y esto es lo que acaba de hacer a gran parte del mundo occidental. En sólo unos pocos días, Rusia ha sido capaz de recuperar el 30 % de sus activos petrolíferos y gasísticos, que se encontraban en manos de financieros occidentales. Después de que EE.UU pactara con Arabia Saudi un precio más bajo del petróleo, observamos cómo durante el pasado mes de diciembre, el rublo iniciaba una acelerada depreciación, lo que aparentaba una paulatina debilidad de la economía rusa y alertaba del riesgo de default de Rusia. Este clima provocó que los magnates inversores occidentales propietarios de las acciones de los activos energéticos rusos vendieran sus títulos, bajo el pánico de que se produjese un crash y pérdida de valor casi total. Esto propició un precio irrisorio de dichos títulos, lo cual ha sido aprovechado por Putin para que los rusos sean propietarios del 100% de sus activos energéticos, para que los rendimientos futuros sean únicamente suyos y para que ingresaran además la nada desdeñable suma de 20.000 millones de dólares en tan sólo unos días. Un medio internacional calificó esta jugada como «la operación más increíble desde la aparición del mercado de valores». El medio InSerbia señala en su diario que «Rusia ha hecho un movimiento de ajedrez inesperado» y compara al mandatario ruso con un gran maestro de ajedrez. Se da la paradoja de que a partir de ese momento, el rublo ha ido creciendo por sí mismo, sin tener que gastar reservas de divisas ni oro.
En este gráfico podéis comprobar la evolución de la cotización de la paridad RUD/USD, donde se puede comprobar la excepcional depreciación y la constante apreciación tras la compra de los activos energéticos.
Algo delataba en su gesto, en la rueda de prensa que ofreció para justificar la depreciación del Rublo.
Gracias por estar, estrategas.