Una vez más, he tenido la oportunidad de compartir un momento delicioso con quien fuera ministro de Presidencia y de Educación con Adolfo Suarez. José Manuel Otero Novas es una mente privilegiada, que no sólo almacena datos y experiencias, sino que relaciona y se cuestiona conceptos e ideas. José Manuel es de ese tipo de personas que no se encuentran habitualmente y con quien parece mentira que estés manteniendo una conversación a su ritmo. Un ritmo que es muy distinto al habitual y eso se nota en la cadencia de su entonación, de su pronunciación y de su reflexión. Se percibe en todo momento durante la conversación que es un apersona respetuosa con quién está delante y esto se nota en sus silencios antes de emitir sus juicios, sin interrumpir nunca. Llama poderosamente la atención su afán de descubrir y percibir el punto de vista de quien le rodea así como sus sentimientos y no escatima en sus respuestas, haciéndose cargo de la curiosidad de las personas.
Es capaz de ponerse a la altura de cualquiera, de escuchar desde los detalles y sin embargo responder desde los conceptos. Es fascinante comprobar como escucha con una sonrisa acogedora, sin interrumpir, y para responder realiza un ejercicio de elevación. No responde desde el terreno de sus interlocutores, sino que realiza un ejercicio de perspectiva, como si se elevara para contemplar con distancia la problemática que se plantea y desde ahí arriba, dibujar conceptos asequibles que explican las causas de esos sentimientos, las maneras de abordarlos y las posibles consecuencias. Esta manera de interlocutar con las personas, denota una gran humildad y preocupación por hacerse cargo de una situación, así como un gran respeto por sugerir sin la prepotencia de quien se cree en la certeza más absoluta.
La carga intelectual de José Manuel y su experiencia es abrumadora. Lo es también su curriculum tanto académico como profesional. Pero lo más sorprendente es su humanidad, disciplina que no se suele medir en títulos, ni premios, sino en las distancias cortas. Y esa distancia es la que he tenido la oportunidad de disfrutar antes de ayer, al recibirle como presidente del Club Pozuela de Toledo, donde tuvimos el privilegio de entrevistarle para nuestra emisora en el Club (entrevista), y escuchar su brillante ponencia sobre «Recuperar España desde la Constitución«.
A lo largo de su estancia con nosotros y de mis conversaciones con él, pude comprobar cómo sus intervenciones y diálogos, no sólo no cansan, sino que despiertan un interés inusitado en los temas sobre los que diserta y también sobre su persona. Una mezcla de curiosidad, admiración y ganas de pertenecer a su equipo, se trate de lo que se trate. A eso se le llama carisma y liderazgo. Personas así son capaces de aglutinar corrientes de pensamiento y masas en torno a una ideología meditada, reflexionada y argumentada, pudiendo estar de acuerdo a o no con sus opiniones, pero desde luego, lo que no se pone en tela de juicio es su preparación, bagaje y altura humana.
Tras escucharle, tengo la certeza de que la humildad es una cualidad que tienen las personas brillantes. Esa humildad desde la que es capaz de escuchar con paciencia inusitada, de responder con la serenidad que proporciona una autogestión emocional magnífica y con la asombrosa capacidad de saber y querer transmitir sus propias experiencias en aras a que no tropecemos en los mismos errores. Pero también es llamativa la energía vital de esta persona de 74 años. Tras una celebración de un evento y un viaje de una hora, concedió dos entrevistas durante un par de horas más, ofreció una ponencia de una hora y afrontó una sesión intensa de preguntas del público. Y porque decidí dar por terminado el acto, porque José Manuel no daba muestras de rehuir ninguna pregunta, ni de escatimar ningún esfuerzo.
Este tipo de personas son distintas. Tienen una humanidad fuera de lo común, precisamente por su poderosa inteligencia y por una educación que, como él mismo dijo en la entrevista, fue muy distinta a la educación actual. Antes, además de enseñar conocimientos, enseñaban a pensar, a hacerse preguntas y a cuestionarse las cosas. Es precisamente esto lo que reivindico en este post y con el que me confirmo, después de una temporada en blanco.
Gracias José Manuel por tu humildad, por tu generosidad y espero que ese roble que representas, no deje de producir las bellotas con las que se llegue a conformar ese bosque que tanto se anhela en la actualidad.
Espero que disfrutéis de la entrevista que un niño de 15 años realizó a José Manuel, así como de la ponencia de esta gran persona.
Os dejo con este breve resumen de los informativos. (Video)
Gracias por estar.