Icono del sitio José Luis Serrano

Los sueños son señales para el líder.

Todos soñamos en mayor o menor medida e intensidad y muchos de nosotros no recordamos los sueños o los olvidamos minutos después de haber despertado. Otros dormimos con una libreta en la mesilla para anotarlos tras despertar y asegurar no sólo que los recordaremos sino para interpretarlos a través de la intuición, porque está demostrado científicamente que los sueños son ciclos que completan nuestras sensaciones producidas por eventos cotidianos y que quedaron inacabadas por la falta de tiempo habitual durante la vigilia. Estos procesos oníricos se producen a raíz de sensaciones en vivencias reales y nos lanzan señales de avisos, anticipaciones, deducciones, etc que serán más agudamente detectados cuanto mayor desarrollado tengamos ese sentido que puede llamarse intuición o de muchas maneras más.

Una de las formas que puede tener un sueño es la de invitación a ejercitar nuestros especiales habilidades en pos de un fin concreto. Estos sueños son semillas benditas caídas del cielo, invitaciones a multiplicar los talentos de la famosa parábola de la Biblia. Son muchos los líderes que soñaron alguna vez con su obra antes de emprender su camino en busca de su ideal y que gracias al sueño que tuvo un buen día, muchas cosas cambiaron a mejor a su alrededor. Así dicho, no parece que tenga demasiada fiabilidad científica, verdad?. Pues bien, cuando un sueño prende en la mente de una persona, no acude a la Administración, ni a su médico, ni Universidad a solicitar un certificado que acredite la viabilidad de su sueño, antes de empezar su periplo en busca de su anhelo. Hay algo que prende en su cabeza, que despierta una confianza total y que va modificando las conductas día tras día hasta alcanzar un objetivo.

Son las pruebas de que se nos ha invitado a no dejar nuestra vida sin una huella personal que atestigüe nuestro paso por aquí y además nos muestra el camino inicial y la puerta de entrada.

Esta fase onírica es cultivada por muchos para avivar la creatividad y para recibir la inspiración tan ansiada en los artistas o en todos aquellos que buscan respuestas a sus preguntas, no olvidemos que las preguntas son signos de inteligencia y muestras loables de querer avanzar.

Hay algo en la mente del soñador que es la clave del detonante de la acción, la llama que enciende la mecha del explorador. Quizá sea algo tan básico como la ingenuidad del ignorante, de no saber que algo es imposible o quizá el coraje de no consentir que las cosas sigan igual, etc, pero lo cierto es que, si sospechas que puede ser posible, aunque esta visión se sólo tuya, debes ponerte manos a la obra.

Muchas veces, nos dejamos llevar por la razón tangible de los hechos, de la refutación científica y no terminamos de creernos que nuestro sueño sea alcanzable. Aunque sea así y percibas que sólo existe un 1% de probabilidad de éxito, debes emprender tu camino, porque alguien te ha lanzado una señal de que es posible y puede ser la oportunidad de la vida adquiera su sentido, algo realmente grande, ya que sólo por esto último muchas personas sería capaz de cualquier cosa.

Emprender el sueño es lo que convierte a alguien en líder, dejando de ser mero espectador y seguidor, empezando a definirse la huella de la vida. Que nuestra vida adquiera un sentido y que comience a dejar la huella de la autenticidad es algo grande en la vida de las personas, lo que proporciona una motivación creciente a medida que se dan pasos pequeños en dirección al sueño. Se puede creer más o menos pero o que nunca debe pasar es temer al fracaso, ni a la opinión los demás.

En la presentación de mi libro, «El Robo de El Entierro del Conde de Orgaz», ponía como ejemplo a unos de los grandes maestreo de la humanidad, EL Greco. Domenikos Theotokopoulos, soñó en su infancia que podría llegar a ser un gran artista y en un momento dado dio el primer paso en esta dirección, seguramente el primer día que vio a un pintor coger un pincel. A partir de ese día, escrutaría a todos los artistas de su ciudad, sus ropas, sus maneras de vivir, de comportarse, de hablar, sus teorías y sus tratados, etc y un buen día se decidió a coger el pincel, mojar las cerdas en aceites tintados y esbozar lo que sin duda sería una gran catástrofe artística. Nada haría sospechar tras aquel dibujo que ese chaval se convertiría en uno de los grandes artistas que la humanidad nos ha regalado. Sin embargo, se trasladó de ciudad para aprender de la escuela renacentista, emigró a Venecia, al Escorial y pintó para Felipe II, lo que seguramente fuera otra obra mediocre, a tenor del escaso eco de su obra y de la salida casi obligada hacia Toledo. Pero el sueño del Greco fue ser un gran artista y un buen día sus pinceles cristalizaron la primera gran obra maestra que daría inicio a una larga serie de piezas únicas en el mundo.

Pero cuando alguien alcanza su sueño, tiene dos repercusiones importantes. La primera es que el resto se alinea con los criterios del líder, discípulos, críticos, poder imperante, etc y una segunda un poco más dramática, motivada por ciertos complejos. La sociedad ve un nuevo listón tan elevado que cesa en sus intentos de querer realizar sus sueños. El resto de los mortales, normales en muchas de nuestras facetas aunque sobresaliente en alguna desconocida, percibe el miedo del fracaso, de no estar a la altura y deja de esforzarse en sacar su sueño adelante, abandonando sus intentos de alcanzar el éxito. Esto es un riesgo importante a tener en cuenta, sin embargo, la sociedad más normal somos la gran mayoría y compondremos más o menos el 95 por ciento de la sociedad, de los gestos, de las acciones y si optamos por abandonar nuestros sueños y nuestros gestos, estaríamos abocando a la sociedad a la muerte prematura. Por tanto, es lel deber de todo soñador, emprender sin dudar su camino hacía el éxito para aportar a la sociedad su grano de arena, para construir una sociedad más sana y positiva. Estos Sueños conformarían de manera inconsciente nuestras formas y gestos, y estos a su vez nuestros hábitos, estos nuestro carácter y este nuestro destino, el de la sociedad. Cualquier miembro de la sociedad tiene la oportunidad de mejorar la sociedad con sus gestos, con su talento y habilidad que le hace único.

Cuando desaparecen los sueños, se empieza a morir. Es importante tener una visión a cinco o diez años de lo que pueden llegar a convertirse nuestras vidas. Si sentís algún día algo como «The game is over», nada de lo que hagáis trascenderá, palabra que viene etimológicamente de cruzar, de llegar a la otra orilla para algo.

Es a esto a lo que se refiere la parábola de los talentos de la Biblia, cuando el señor dice a sus siervos que se va de casa y da a cada uno varias monedas (talentos). Tras un tiempo largo, al regresar, cada siervo le dice cómo ha empleado sus talentos. Alguno lo invistió y multiplico sus ganancias, otros lo invirtieron y lo perdieron y otro lo enterró y por tanto se quedó igual. Este último es el ejemplo de lo que hay que hacer en la vida si lo que queremos es morir en vida. Aquel que entierra el talento por miedo, se entierra también él. El líder muestra su sueño y sus talentos, aunque san pocos y débiles, arriesgándose a perderlo todo pero provocando un cambio a su alrededor, trascendiendo su esfuerzo y su acción como algo loable que perdurará y será el detonante de más microcambios en el entorno. Incluso, muchos juegan a esa partida con «talentos» débiles, que pueden provocar la risa y la mofa de los «espectadores» de la vida, pero no es la calidad del talento lo más importante, sino la decisión y determinación de alcanzar el sueño. «Dame un gramo de acción y no me des toneladas de conocimiento», esta frase resume que es bastante más importante orientarse a al acción que a la reflexión, ya que la acción retroalimenta acciones posteriores corregidas, en caso de error.

Los prejuicios de las personas son un impedimento decisivo a la hora de actuar, pero «Rey no es el que influye sobre los demás, sino el que gobierna sobre si mismo» y es capaz de cambiar las cosas venciendo los prejuicios de la sociedad y de uno mismo. Esta frase tan sabia, nos hace intuir algo muy común y de lo que debemos cuidarnos, los «matasueños». Aquellos que se mofan del esfuerzo de uno, que avisan de los peligros constantemente como falsos profetas que buscan en realidad el fracaso generalizado para justificar el suyo propio, siempre se presentan en estas fases:

1.- (Antes de empezar) No lo hagas, fracasarás porque existen peligros insondables.
2.- (Una vez empezado) Debes hacerlo así, si no, fracasarás.
3.- (Tras conseguirlo) Siempre confié en ti, nunca dudé en que lo conseguirías.

Los sueños que siempre se cumplen son los que se abordan desde la nobleza, porque siempre dejan la huella de lo auténtico y generan energías positivas en el entorno. Pero no hay que olvidar que el comprometerse con el sueño otorgas numerosas garantías de éxito. Sin compromiso, por el contrario, se está abocado al fracaso.

Cuenta una parábola que un señor encargó a su siervo la construcción de la casa más bella jamás construida y este, resentido por no haber recibido ninguna morada digna a lo largo del servicio a su señor, empleó los peores materiales y la peor ubicación de las posibles. Cuando le entregó las llaves a su señor, el señor le dijo, «no, esta casa es para ti, te mereces la morada mejor construida y mejor ubicada de las posibles».

Todo lo que des, te vuelve.

Os dejo este enlace a la mejor secuencia de una magnífica película sobre los sueños que he visto hasta el momento. Emocionante, «En busca de la felicidad».

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