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¿Cómo influye la cultura emocional en los resultados de una compañía?

Por José Luis Serrano.

La cultura, lo conforma el sentimiento que cada empresa despierta en sus empleados, así como todos aquellos valores y conductas a las que no se está dispuesto a renunciar. Es una concepción que todos los componentes de la empresa asumieron desde el primer día en que empezaron a trabajar y que ha sido grabado en su subconsciente, de tal manera que determina su conducta laboral.

Cuando un empleado de la compañía se despierta por la mañana y empieza su ritual predisponiéndose a afrontar la jornada laboral en tiempo y forma que la cultura de su compañía determina, está realizando una serie acciones que conformarán la parte de la partitura que le corresponde, en la sinfonía global de la empresa. La intención de la compañía será siempre la de afinar todos los instrumentos y dirigir a todos aquellos componentes de la orquesta para que interpreten la sinfonía de manera sincronizada. Lo cual es a su vez motivador y sugerente, poder sentirte parte integrante de una orquesta que interpreta una melodía ejecutada a la perfección en su globalidad, lo que a su vez genera emociones satisfactorias y potencia la autoestima personal. El ideal sería precisamente este, que el propio empleado o miembro de la orquesta encuentre su realización personal y refuerce su autoestima, mientras defiende la cultura de la empresa, es decir, a través de unos valores comunes y compartidos.

A lo largo de la historia hemos visto grandes organizaciones que han conseguido ejecutar melodías de manera asombrosa, ejecutadas a la perfección por infinidad de intérpretes, responsables a su vez de la puesta en escena de su pequeña parcela de participación, aunque esta fuera únicamente el toque de unos platillos durante decimas de segundo. Pero cuidado, porque cultura no es lo mismo que orden. Muchos líderes de organizaciones de todo tipo caen en la tentación de perseguir la perfección en el funcionamiento de su colectivo a través de un orden disciplinado y exigencia máxima bajo la amenaza constante de castigo severo ante un error de cualquiera de las partes. Se me viene a la cabeza aquellas manifestaciones grandilocuentes de disciplina y sometimiento de algunos ejércitos imperialistas, de los que tanto partido obtenía el propio aparato propagandista del régimen del momento. No es discutible que, de esa manera, el aparato puede llegar a funcionar a la perfección, esto es indiscutible. Lo que es más discutible y cuestionable es el alcance de proyectos ejecutados desde esta perspectiva, tanto en el tiempo como en la calidad de los objetivos conseguidos y en los modos. Garantizar el orden de una organización a través de la exigencia y la amenaza constante, puede tener sus increíbles y potentes beneficios a corto plazo, no lo pongo en tela de juicio. Ahora bien, sí me cuestiono que la durabilidad del éxito de dicha organización, la calidad de los objetivos y de la estrategia de la compañía y la ecología de sus resultados, entendiendo por ecología los daños colaterales ocasionados en la ejecución de su aparato.

Una de las fuentes principales de sostenimiento de un funcionamiento eficiente es la motivación de las personas en una organización, el aspecto mental del factor humano, que es lo único que garantiza que el trabajador, de “motu proprio”, se disponga cada mañana a actuar conforme a los principios básicos morales de la compañía. De cualquier otra manera, el trabajador tenderá a regatear esfuerzos en beneficio propio, lo que desembocará en la desmembración de la organización.

Pero, ¿cómo conseguir esta motivación? ¿Cómo alcanzar que toda la plantilla se mueva de manera voluntaria y proactiva a lo largo de los acordes que de él se espera, de manera sostenida y previsible en el tiempo, hasta conseguir que la unión de todos estos acordes derive en una melodía perfecta y sin provocar daños colaterales que descompensen el resultado?
No cabe duda que este sea el reto, porque toda organización es un conjunto de elementos, que interactúan en un ámbito y el funcionamiento de cada uno depende en gran medida del funcionamiento de su entorno. Es un conjunto sistémico sometido a unas reglas de acción y reacción y por tanto, aquello que se comunica y la manera en que se hace, conformará la clave del éxito de la organización. Y es aquí donde surge la parte emocional de la organización. Toda cultura debería tener en cuenta que el clima emocional de la empresa determinará el rendimiento de los empleados y será fruto de una adecuada gestión emocional de cada uno de los empleados.

Lógicamente, esto no quiere decir que la empresa asuma cada una de las exigencias de todos los componentes, sino que, de manera proactiva, sea capaz de proponer a los miembros de la organización un plan congruente que tenga en cuenta las limitaciones reales y la manera de superarlas, partiendo de la base que todas las partes son imprescindibles, válidos y no exento de unas dificultades, que serán atendidas por un plan de contingencias.

Por tanto, este es el desafío real para la compañía actual y más en estos momentos. Cierto es que lo tentador es que las tareas urgentes sean abordadas mediante otros métodos más expeditivos, pero lo urgente casi nunca forma parte de lo importante, para la durabilidad y resultados a largo plazo.

Sería bueno que los líderes y fundadores de organizaciones se preguntaran acerca de esta cuestión. ¿Cuál es la cultura en mi empresa? ¿Cuál es la concepción que los propios empleados tienen de la empresa? ¿Qué potencial tiene mi organización?

El concepto emocional puede impulsar los efectos de la cultura empresarial, bajo las bases de una estrategia “win to win”.

Gracias por estar.

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