Icono del sitio José Luis Serrano

Cuando la Verdad cristaliza. (Relato)

De vez en cuando ojeo aquel manuscrito que un día encontré bajo un montón de libros y carpetas antiguas, amarilleadas, y desvencijadas por el paso del tiempo y  la acumulación del polvo en aquel armario de mi tía. Una solapa del manuscrito asomaba bajo aquella pila y no sé por que razón decidí tirar de él, como un acto reflejo y con el convencimiento de que contendría algo interesante. Vaya si así fue!!

 

Empecé a leer con detenimiento e interés. Lo que más me fascinaba era el tiempo que pudiera haber transcurrido ese manuscrito allí y sobre todo, sentía una terrible curiosidad por el autor, ya que posiblemente fuera un antepasado mío, que tuviera las mismas inquietudes que yo. No estaba firmado, pero si contenían notas garabateadas en los márgenes. El papel era de textura áspera y ruidosa y daba la sensación de que se desmenuzaba con el uso. Tenía toda la pinta de ser un documento inédito y de valor. Al menos para mi lo tenía y mucho, ya que de entrada, disertaba sobre temas que me eran afines, de los que habitualmente me asaltaban y sobre los que me gustaba escribir, pero sobre los que nunca hasta el momento he conseguido leer en ningún otro libro.

 

“… la Verdad no es interpretable, no lo puede ser porque todo sería ambiguo y subjetivo. Nadie podría liderar conductas ni sociedades, puesto que su actitud estaría siempre cuestionada por su parroquia. Pero hasta el momento, todo el mundo tiene una respuesta ingeniosa para su razón, una salida a su esquizofrenia, por tanto no existen referentes inamovibles sobre los que luchar. Es verdad que todo puede ser cuestionable y susceptible de enfoque, y que necesariamente se debe cuestionar todo previamente para comprobar la solidez de los argumentos y del núcleo central, pero el camino adecuado sólo conduce a la Verdad. No existe mi verdad, o la tuya, existe una que no tiene nada que ver con límites, fronteras, privacidad, etc.…:”

 

¿A qué Verdad puede estar refiriéndose? La verdad última de las cosas es quizá aquello que la humanidad ha venido venerando a lo largo  de los tiempos. Pero esto no tendría razón de ser porque, se han venerado tantas cosas…! Desde cuernos de oro, vacas, árboles, brujos, montañas, etc., tantas que carecen de credibilidad.

 

Sentía un gran placer acariciando aquellos manuscritos tan ásperos. Tanto era así que parecía como si las células de mi cuerpo se hubieran acompasado con las células que componía aquel manuscrito. Desprendía unas vibraciones únicas, que me conectaba con una energía trascendente. Invitaba a su lectura serena y placentera, que susurraba pensamientos íntimos. Era una invitación a la soledad, a la divagación en un paréntesis de ausencia de apegos.

 

“…La Verdad nuclear, como raíz última de las cosas, de argumentos incuestionables, no podía depender de las formas visuales. Esta alcanzaría diferentes formas en función del lugar y el momento. Por tanto no se podría juzgar la categoría de algo sólo por las formas. Por tanto, se debería acceder al nivel superior para empezar a valorar si existe algún atributo en ese objeto que lo convierta en venerable. Pero la Verdad no sería entonces el objeto, sino el atributo que lo conforma. Posiblemente empezáramos a entrar en el terreno de lo intangible, con todo lo que eso supone para la humanidad y para aquellos que se pronuncian sobre intangibles. Calificativos de brujos, hechiceros, etc. han recibido a lo algo de la historia auténticos ataques sádicos de sus coetáneos por referirse a lo desconocido y sobre lo que existe un temor irracional.  Pero, ¿qué es lo que podría convertir a algo en Verdad? El objeto tiene vibración auténtica porque contiene algún atributo verdadero, auténtico o noble. Por ejemplo, una obra maestra que atrae la atención de toda la humanidad, una gran obra pictórica, arquitectónica etc., que es capaz de recibir visitas en forma de peregrinaciones procedentes de todo el mundo para visitarla, no hay lugar a dudas de que dicho objeto conforma en sí mismo una Verdad. Y esto sería así, no por el material sino por las cualidades que lo bañan.

 Una obra maestra ha sido elaborada mediante un proceso creativo intelectual muy intenso, procedente de alguien quien ya de por sí contaba con unas cualidades específicas inéditas para esa obra. El hecho de que coincidan en un momento y objeto, dichas cualidades superdotadas, puestas en escena a lo largo de todo el proceso creador, años posiblemente, cuyo autor ha alcanzado un estado de fluidez mental mágico a lo largo todo ese periodo y en un entorno muy propicio, dará lugar a la cristalización de una Verdad. A lo largo de la humanidad se han producido escasas cristalizaciones de este tipo, dada la dificultad existente en que se crucen todos estos ingredientes en un objeto, lugar y momento. Pero cuando lo hacen, cristaliza la Verdad…”

 

Me encantaba la palabra cristalizar, como los diamantes. Entonces el proceso de cristalización de la Verdad sólo podría darse en determinadas circunstancias. Si alguien intentara hacer lo mismo con ingredientes parecidos, de manera forzada y artificial, ya no estaríamos hablando de una cristalización sino de forzar unas condiciones para intentar una crear algo. Una “no verdad” no cristaliza, sino que produce un objeto sin más. La cristalización, como el proceso geológico, surge de manera natural cuando se reúnen las condiciones necesarias y existe un componente básico sin el cual sería imposible dicha creación. La energía del creador.

 

“…el proceso creador se alimenta de una energía que emana del autor y sin la cual la cristalización no sería posible. Estamos por tanto ante la posibilidad de que estemos hablando de determinada energía como posible Verdad…”

 

Maravilloso, estoy absorto, sumido en el manuscrito en el que encuentro absolutamente familiar lo que dice.

 

“… son varias las cuestiones que pueden asaltar al lector. ¿de dónde procede esa energía? ¿la genera el propio autor? ¿le es transmitida desde algún lugar? Son varias las preguntas que nos surgen en este proceso. La energía ni se crea ni se destruye sino que se transforma. Pudiera por tanto proceder de un plano distinto, en el que existiera tanta energía como quisiéramos. Podría tratarse de una dimensión distinta a la que nos es familiar y en la que desarrollamos nuestra vida. Y muy posiblemente estaríamos hablando de ese nivel, no como fuente generadora de energía sino como la energía en sí misma. Dicho plano energético, al lado del cual nos movemos, interactuamos quizá sin saberlo y sin percatarnos, como harían el aceite y el vinagre en una misma botella, podría contener lo necesario para que el ser humano alcance el estado que necesita para crear y sentirse colmado.

 

Dando por buenos los argumentos anteriores, cabría preguntarse si la Verdad es la energía en sí o las condiciones necesarias para conectarnos con esa corriente mágica. Podríamos decir entonces, que conviven planos distintos de energía, y habríamos deducido que cada vez que existe una conexión de ambos planos, cristaliza algo que trasciende a la humanidad. Por tanto, si existen dos corrientes eternas energéticas, que fluyen independientes, cada una ajena a la otra, y existen vasos comunicantes a lo largo de la humanidad que han cristalizado en obras maestras, podríamos afirmar que el gran reto de la humanidad sería conocer el plano que le es ajeno y del que sólo conoce contadas muestras en forma de cristales. Dichas formas, son veneradas a lo largo de la historia y nos provocan estados de trance, de reflexión, de ensimismamiento, etc.…”

 

Estaba sumido en la lectura de tal manera que había olvidado la hora que era y la necesidad de volver. La luz se iba y empezaba a forzar la vista, pero no podía dejar de leer. O lo llevaba conmigo o lo leía hasta el final.

 

“…Cabrían dos posibilidades para hallar la verdad. La primera es que la Verdad fuera el plano de distinta energía a la nuestra. La Verdad como un lugar, como un destino o un estado final o un destino. Sin embargo, cabría la posibilidad de que la Verdad marcara el camino necesario para acceder al destino. Más bien me inclino porque la Verdad fueran las condiciones que deben darse para una cristalización eterna. De esta manera, se cumplirían as condiciones que debe cumplir toda Verdad. En primer lugar, no son interpretables, ni subjetivas, sino concretas y únicas. Lo más lógico es que se tratara de condiciones intangibles, muy posiblemente estados mentales capaces de percibir y transmitir vibraciones determinadas. Existirían muchas posibilidades de que estuvieran relacionadas con la serenidad, la ausencia de apegos, la felicidad, le realización, etc. Un estado de buenos sentimientos, generosidad y compasión serían formas de la Verdad….”

 

Según sigo leyendo me doy cuenta que existen dos tipos de creaciones. Aquellas que contribuyen a profundizar y asentar los conocimientos del plano energético que nos es conocido y aquellas que cristalizan. Las creaciones que redundan en el plano conocido asombran, pero las que cristalizan, trascienden a una energía superior y son resultado de conjugar los condimentos de la Verdad. No sería de extrañar que todo proceso creador auténtico tuviera mucho que ver con la energía superior.

 

Gracias por estar. 

 

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