Por José Luis Serrano.
Al Éxito por el Ínito.
Que existen técnicas para aumentar el rendimiento en cualquier disciplina, parece obvio. Sin embargo, parece que las prácticas del trabajo interior en las personas no está tan aceptado e instalado en la sociedad. Lo habitual en alguien que desea mejorar en alguna disciplina es que se decante por la práctica incesante de dicha disciplina, que sea constante en el entrenamiento y ambicioso a la hora de proponerse mejoras en el rendimiento.
En el ámbito profesional, lo políticamente correcto para un directivo es que sea juzgado en primer lugar por su titulación académica, su experiencia, su dedicación y por el nivel de consecución de los objetivos del ejercicio. En el ámbito deportivo, el atleta debe entrenar y entrenar técnica, tácticas y fortaleza física. Como profesores de colegio, los padres aceptarían como ideal aquel profesor que fuera al día en sus enseñanzas y mantuviera un nivel aceptable y regular entre todos los alumnos y fuera capaz de transmitir conocimientos con cierta eficacia. Todas estas técnicas y prácticas son las comunes, las estándar y habituales y generalmente aceptadas en la sociedad. Y ciertamente, de esta manera se puede llegar a conseguir un nivel bastante aceptable en la disciplina que practiques. Incluso, los interesados pueden marcarse nuevas metas, afrontar nuevos desafíos y comprobar los avances y resultados. Efectivamente, esto podría entenderse como éxito en la práctica de una disciplina.
«Ex-ito» versus «Ín-ito».
El entrenamiento físico, el aprendizaje de temarios relacionados con nuestro trabajo, el cumplimiento de las obligaciones rutinarias de horario, costumbres, etc es fantástico y realmente útil, pero no es más que un complemento para el entrenamiento integral que verdaderamente permitirá generar valor añadido e ampliar nuestros límites. Todas las técnicas descritas, bien aceptadas y asumidas con normalidad en la sociedad componen la vertiente externa del entrenamiento, pero es necesaria la optimización de la vertiente interna para alcanzar el equilibrio competitivo, lo que podría denominarse el «In-ito».
Sin embargo, el entrenamiento de nuestro interior no es práctica habitual, no está tan extendida y su aceptación en la sociedad no es generalizada. No es tan habitual que realicemos ejercicios de meditación una vez al día, de la misma manera que acudimos al gimnasio. No es habitual que un ejecutivo sea un experto en inteligencia emocional o conexión espiritual para aumentar la satisfacción y utilidad de su equipo, ni es práctica extendida que en nuestras conversaciones habituales tratemos asuntos relacionados con la mente, el alma, etc.
Pondré varios ejemplos. Hace relativamente poco tiempo, hablando de asuntos profesionales con personas de mi entorno, mi interlocutor realizó un comentario con tono jocoso y despectivo respecto al sector de los agentes dedicados a potenciar el rendimiento en las personas desde una perspectiva interior. No podía entender qué rayos enseñan si ni tan siquiera tienen titulaciones regladas y oficiales. Además, sus resultados no se pueden medir y de eso se valen. En definitiva, no era asunto para tratar en ese momento pero me pareció triste que se haya retrocedido tanto en la humanidad. No en vano, estas disciplinas estuvieron extendidas hace muchos siglos y siguen vigentes en otras culturas actualmente.
Igualmente, hace algunos años, durante un curso de Inteligencia Emocional para directivos, pude comprobar que, mientras hacíamos unos ejercicios específicos para tratar el «acompasamiento» en el compañero y en los cuales debíamos caminar en círculo al son de una melodía encantadora, muchos de ellos fueron incapaces de aguantar sus risas y expresaban sus temores a ser vistos a través de las ventanas. Sufrían de vergüenza extrema y paralizante. Realmente es una limitación significativa para unas personas que se emplean al máximo y su razón de ser y lo que de ellos se espera es alcanzar el alto rendimiento en sus equipos que, en al fin y al cabo, están compuestos por personas, no por máquinas.
RESULTADOS MEDIBLES Y PROBADOS.
Pues bien, hay algo importante que la sociedad debe empezar a tener en cuenta y es la necesaria aceptación de un entrenamiento interior para la búsqueda de la excelencia. Y no tener en cuenta la vertiente interior del entrenamiento supone elegir ser mediocre. Para ello pondré ejemplos concretos basados en la disciplina que con mayor minuciosidad y rigurosidad mide los avances experimentados por personas que consagran su vida a la mejora continua y a la constante ampliación de límites.
Existe una disciplina cuyos profesionales dedican su existencia a mejorar su resultados, que cuentan con los medios más avanzados del planeta para detectar estos pequeños avances, que no dejan de investigar en profundidad sobre todas aquellas materias que pueden serles de utilidad para progresar y que compiten de manera extenuante entre ellos para pasar a la historia y demostrar que son los mejores. Sus técnicas de entrenamiento son integrales y su rendimiento y fuerza emerge siempre desde el interior al exterior. Su intensa actividad y ambiciosas ganas de victoria no podrían concebirse sin un riguroso entrenamiento a nivel interno, que alinee sus valores, creencias, identidad y propósito. Son fruto de un trabajo integral y los resultados son excelentes y vistosos, estando fuera de duda el esfuerzo realizado durante años y la máxima entrega a su causa.
Se trata del deporte, un campo en el que el éxito sólo se demuestra a través de un riguroso sistema de medición de tiempos, longitud, puntuación, etc. Aquí no puede haber trampa ni cartón, todo es medible y tangible, sin embargo, sus profesionales son auténticos expertos del manejo de emociones y de su gestión mental. Emplean técnicas de meditación, visualización profunda, afirmación y de una óptima gestión de sus emociones que les otorgará una seguridad plena en sus posibilidades, independientemente de la dureza de un entorno tan competitivo. «Serenidad desde el fragor de la batalla».
Y como prueba de ello, os invito a que os fijéis en los rituales que realizan estos deportistas momentos antes de la competición, que son aplicaciones de la Programación Neurolingüística y que conforman los recursos determinantes en los momentos cumbre de su carrera. Segundos antes de intentar alcanzar su momento de máximo rendimiento, su mirada es interior, sus gestos son introspectivos y sus sensaciones están ancladas a otro lugar y otro momento distinto al que ocupan presencialmente. Sólo de esta manera, consiguen cada año batir récords mundiales, medidos minuciosamente por aparatos creados específicamente para convalidar avances microscópicos en la humanidad.
Sólo se concibe el Ex-ito, de la mano del In-ito. De esta manera la victoria siempre emerge de dentro a fuera y es innegable la utilidad de estas técnicas, rigurosamente medidas.
Os dejo un video en el que Button y Hamilton realizan ejercicios de concentración-visualización de su próxima carrera como entrenamiento.
Gracias por estar.