Icono del sitio José Luis Serrano

Las sensaciones de mi primer Objetivo (2). GARMIN Barcelona Triatlón Olímpico.

El sábado por la noche, mientras cenábamos, nos llegó un correo de la organización del evento en el que se informaba que existía alta probabilidad de suspensión de la prueba de la natación, debido al temporal. Es verdad que esa tarde se veía el mar algo revuelto y entre el fresquete, el mar revuelto y el cansancio del viaje, no creáis que me daban demasiadas ganas de nadar al amanecer.

Como os decía ayer, el sábado por la noche dejamos todos los archiperres preparados. A las 5,00 sonó el despertador y ala!! Bajamos a recepción del hotel a recoger la bolsa del desayuno que consistía en un bocadillo de pavo con tomate de unos 50 cms de largo, fruta, geles, bebida isotónica, agua y barritas energéticas. Me desayuné toda la bolsa, salvo una pera, como un campeón. Y sin más, cogimos la bici, la mochila y nos dirigimos en peregrinación al lugar del evento. En la calle, además de los juerguistas y demás especies, sólo nos encontrábamos una manada de 6.000 personas!!! Eso parecía una peregrinación. Nos dispusimos a pasar todos los controles hasta llegar hasta nuestro cuartel, donde debíamos colgar la bicicleta y dejar preparados todos los pirichichis que deberíamos usar a lo largo de la prueba. Sinceramente, a las seis de la mañana, de noche y cansado me preguntaba yo si no estaría mejor en mi camita durmiendo.. Pero no!!! Como dice mi amigo Jaime Caballero (salvando las distancias …kilométricas), «estoy aquí y ahora para hacer, disfrutar, competir y terminar algo que empecé».

El momento del día era espectacular y las fotos que saqué así lo atestiguan. Nuestra posición en la playa era de cara al Este, en dirección al amanecer y ya se empezaba a barnizar todo aquello de una magia pastel estremecedora. Poco a poco, los atletas de élite fueron ocupando su sitio porque eran los primeros en salir y nosotros, sobre el pretil del paseo, frente al sol a punto de personarse, íbamos bañándonos en un ambiente mágico. De repente, el sol estalló y nos inundó una luz roja encendida que hizo mirarnos unos a otros maravillados. Un momento como ese seguramente inspirara a Richard Wagner a la hora de componer su Cabalgata de las Valkirias y yo, al menos, oí la sinfonía y vi aquellas cuádrigas empujar hacia el cielo. Lo mismo que iban a hacer en breve aquellos armarios percherones que se encontraban frente al mar, colocándose las gafas, los gorros y haciendo ejercicios de estiramientos. Emocionante.

Nos fuimos a cambiar porque Angel salía en breve, así que empezamos nuestra concentración, a ponernos el neopreno y a concienciarnos, sobre todo, para la natación. Los 6.000 participantes salíamos por oleadas y cada una la componíamos unos 200 triatletas, así que imaginaos el momento de entrar en el agua. En numerosos sitios había leído que la natación y sobre todo la salida es angustiosa, fundamentalmente por un problema de espacio y tiempo, ya que es lógico que todos queramos salir rápido y en línea recta, lo que provoca mamporros, aguadillas y sobre todo la pérdida de visión total. Además el neopreno aprieta y si no estás acostumbrado se pasa mal. En fin, allí estaba esperando mi San Martín. Decidí, como novato, posicionarme de los últimos, ya que prefería (en el mejor de los casos) adelantar que ser apaleado, así que dejé pasar a todos y me lancé de los últimos. Aún así me llovieron dulces mamporros y delicadas aguadillas que provocaban delirios de amistad entre mis compañeros. Decidí sacar la cabeza en busca de la boya y lo que vi fue una gran ola que me envolvió enterito y me devolvió debajo del agua. El de enfrente me sacudió reiteradamente con sus piececitos de angelito en mi boquita, cual batidora, y el de la derecha se subió a mi espalda en señal de amistad, como queriendo celebrar nuestro encuentro. Aquello era muy romántico pero mis pulmones se estaban cargando y rayaban el vacío, así que decidí dejarme de hostias y empezar a buscar mi sitio de manera firme. Imposible ver nada, ni una boya, ni la orilla, ni barcas, ni globos, la única referencia que tenía era la manada de ñus que me rodeaba y el único camino posible era avanzar entre ellos a mi ritmo. Fui adelantando a gente, pero rodearlos agotaba mucho y desperdiciaba energías, así decidí apartar a todo aquel que me encontraba delante, delicadamente claro, un leve empujoncito, a la sazón rematado por una patadita suave en las costillas. Y no os puedo contar más que esto de la natación, porque realmente consistió en eso, patadas, aguadillas, oscuridad, burbujas, el murmulleo del agua, cielo, agua, cielo, agua… y de repente, una boya amarilla y debíamos doblar, juntándonos como piojos en costura. Se me hizo cortísimo pero muy desagradable, parece que es normal la primera vez. Fueron 1,5 kms de estrés, la verdad.

Hice la transición como un señor de 43 años, a mi ritmo… si llego a tener una cervecita a mano y una tapita, me la tomo tranquilamente; además, estos chavalitos jóvenes nos deben un respeto, así que tranquilidad. Cogí la bici y a correr, hasta que llegó el momento de subirnos. Y yo me subí como los señores, paradito, un pie, luego otro… y de repente me viene una energúmena con un peto de la organización y un pito en la boca ensordecedor, con cara de ofendida como echándome en cara algo!!! Yo no sabía que había hecho, pero por lo menos atropellé a un familiar, pero no, me dijo la señora que me bajara de la bici y me subiera más adelante, así que obedecí como un corderito.. vaya falta de respeto a un señor de 43!! Menudo paseo me di, Diagonal arriba, Diagonal abajo, como un «pofesional» de esto del ciclismo. Decidí imitar a los profesionales, así que me puse a rueda de uno para ahorrar energías, hasta que me miró mal. Decidí entonces no abusar y emprendí la travesía sólo. Tras varios kilómetros de soledad con el viento, surgió de mi espalda otro señor de unos 45 que me confesó que llevaba chupándome rueda durante varios kilómetros y me sugirió que me acoplara a él, así que fenomenal. Durante unos 20 kilómetros formamos una pareja ideal, de cuarentones relevándonos cual balas al viento, levantándonos en las curvas como los profesionales, además me di cuenta que en las curvas estaban los fotógrafos del evento, así que me iba preparando para foto, metía barriguita, ponía cara de interesante y click, la foto. Esto lo tenía dominado. Así que llegó la hora de la siguiente transición. Esta vez iba con un poquito de miedo por encontrarme a la señorita de antes, así que me bajé mucho antes de lo normal.. vaya carácter. Ale, a correr con la bici cientos de metros y me dispuse a buscar mi puesto, el 2874, de entre unos 4.000 puestos, un estrés. Me confundí de pasillo, pero bueno, ya contaba con ello, porque es habitual en mi. Es cuando entro en un garaje vacío con el coche y me hago un lío, pues aquí ni te cuento. Solté la bici y a correr.

En la carrera empecé muy ligero, a unos 4,15 minutos el mil, un ritmo espectacular para mi, hasta que de repente, un miembro de la organización apareció en frente mío para recoger unos vasos del avituallamiento que estaban por el suelo y lo tuve que saltar literalmente!!, lo que me provocó un pinchazo en el muslo. Que fuerte… en fin, a seguir tirando, ya que me quedaban 10 kms y no quería bajar el ritmo, sino al contrario. Peo empecé a notar las piernas como pilares de hormigón armado y no conseguía acercarme a los 5 minutos el mil. Forcé, lo intenté pero logré acercarme a 5,15 m/m y durante algunos metros, pocos, los 5 m/m. Lástima querer ir tan deprisa, porque el circuito era precioso, parques, avenidas, paseo marítimo, ambientado y un día radiante.

Así transcurrieron los 10 kms de running, como colofón de una prueba maravillosa, muy bien organizada, en un marco incomparable y con miles de personas de todo el mundo, de todas las edades, de todos los pesos, de todos los sexos y de todas las pintas, lo que curiosamente te hace sentir como en casa. 2 horas y 44 minutos de puro disfrute. Este fue mi bautizo en una prueba que ha supuesto superar con éxito mi primer objetivo de la temporada. El siguiente ya es más serio, un medio Iron Man, 2 kms de natación, 90 kms de bicicleta y media maratón. Será en Abril y la voy a correr a mi manera, como los señores de 43 años un poquito mas acojonados, pero haciéndose respetar, que ya tenemos una edad y unos merecimientos. Y ya en Julio, si el sorteo me acompaña, los 6 km de natación desde la isla de Tabarca hasta Santa Pola, como los señores, eh..

Lo más triste de todo, de lo que me enteré de vuelta, ha sido el fallecimiento de uno de los participantes durante la prueba. Un recuerdo para él desde aquí.

«El mayor placer en la vida es hacer lo que la gente te dice que no eres capaz de hacer»

Gracias por estar.

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