Icono del sitio José Luis Serrano

Estrategia; Momento Felino.

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En el colegio de mi hijo, los chicos de secundaria juegan un partido de fútbol. Los chicos están creciendo y son pequeños atletas con unas facultades fantásticas y un talento en fase de germinación. Alguno destaca sobre los demás por su técnica, formas, visión y carisma, lo que le confiere alma de líder de su equipo, aunque sea en el recreo. Al fondo de la pista, en la grada, tras la valla de separación y agarrado a ella con una mano, hay un niño de unos 9 años con la mirada clavada en el juego. Está quieto, en silencio, con un balón bajo el brazo y no deja escapar un sólo detalle del partido. Realiza movimientos espontáneos y espasmódicos al mismo tiempo que los jugadores e incluso antes. Antes de que el jugador remate con fuerza, el chaval de la grada frunce el cejo y da una patada al aire. Lo mismo cuando otro jugador cabecea hacia la portería, pero esta vez realiza el gesto mucho antes que el propio jugador. Esto prueba la tremenda capacidad de anticipación, de visualización, de suplantación y de imitación del ser humano. Ese niño atraviesa en ese instante un momento felino, que le permite multiplicar su capacidad de percepción, de asimilar la técnica que visualiza, de dominar diversas perspectivas del terreno de juego, adivinando incluso la posición de todos los jugadores. No percibe ninguna otra cosa que no transcurra dentro de la pista y tocará la campana en señal del final del recreo y despertará de su letargo. En definitiva, el joven espectador ha realizado uno de los entrenamientos mejores de su vida, mientras visualizaba y suplantaba a los jugadores y en ese mágico instante el crío es tremendamente feliz, sin necesitar ni echar de menos ninguna otra atracción. Desea con pasión el momento de entrar a la pista a jugar e implora que alguno de los chiquillos tenga que retirarse para poder entrar en la pista a jugar. El niño está viviendo un momento pleno, lleno de sensaciones mentales que contribuirán a marcar su carácter para siempre. En ese momento, está siendo un niño apasionado y feliz. Este intenso momento permanecerá y lo revivirá repetidamente durante su infancia y posiblemente durante su adolescencia, hasta que empiece a dedicarse a sus obligaciones y olvide su pasión por su especial habilidad. Llegarán entonces las obligaciones, los compromisos y, sin darse cuenta, su felicidad irá decayendo, su momento felino irá perdiendo intensidad y su percepción sensorial se dispersará.

Pero el momento felino del niño ha dejado unos posos en el subconsciente, que suponen el mayor tesoro de su existencia. Las sensaciones vividas durante su infancia en aquellos momentos habían sido olvidadas pero siguen existiendo latentes y suponen la pócima mágica, el brebaje necesario para recuperar la felicidad, la intensidad, el presente. A través de un proceso de entrenamiento mental, se puede acceder a ese elixir y utilizarlo de manera que podamos proyectar nuestra felicidad, plenitud y nuestro momento felino en el futuro. De esta manera podremos ampliar en el tiempo ese momento, esa época, que tanto nos colmó.

En una reciente entrevista con un cliente, pude detectar el profundo estado de placidez y de concentración que mantenía durante nuestra conversación. La entrevista fue provocada a instancia suya y me di cuenta que su interés giraba en torno a un tema muy específico, sobre el que no cesaba de preguntar y extraer información. Su cabeza alta, ojos entreabiertos, cejas ligeramente arqueadas y escucha activa y plena. ¡Estaba viviendo su momento felino!! y con total seguridad se disponía a emprender algo. Le pregunté y me informó que había detectado una oportunidad que le tenía absorto. Llevaba semanas merodeando a la presa, buscando información, constatando datos, procesando señales, preguntando y anotando, investigando en internet y, cada paso que avanzaba, suponía dosis adicionales de plenitud. El mundo a su alrededor había dejado de existir, sus dolores de cabeza habían desaparecido, y se levantaba por las mañanas con vitalidad y jovialidad; en definitiva, sus energías se habían multiplicado. Era capaz de visualizar un futuro exitoso gracias a una significativa conquista de su cuota de mercado. Esa visualización proyecta energías y provoca el éxito en el alcance del objetivo. Tras años de entrevistas periódicas con él, nunca le vi tan exultante como en esta época en la que vivía su momento felino. La actitud de este emprendedor al acecho de una oportunidad que sólo ha advertido él, es muy parecida a la del niño al observar a sus compañeros.

Observad a un saltador de altura en los momentos previos a su salto. El atleta visualiza su salto, realiza movimientos de su cuerpo que le invitan a adquirir sensaciones exitosas, cierra los ojos y se proyecta mentalmente hacia su objetivo y recobra de su memoria las mejores sensaciones de fortaleza y poderío que jamás experimentó. Cuando está sumido en un estado de fortaleza, seguridad y convicción, sólo entonces, comienza la carrera hacia su obstáculo y, mientras corre, su mente está embargada de la seguridad del franqueo. Ha proyectado convincentemente una acción y tiene la seguridad del éxito porque, en caso de que surgiera alguna duda, el atleta fracasaría. Por tanto es necesario un momento felino para visualizar y proyectar éxito en nuestras vidas, porque seremos lo que proyectamos y visualizamos.

Cuando un lince detecta una presa, estira las orejas y su cola, baja el centro de gravedad, camina lentamente pero acumulando una gran energía y tensión, calibra sus pupilas, examina los alrededores y avanza en silencio mientras proyecta intuitivamente el ataque fulminante; su instinto depredador le permite anticipar mentalmente el infalible ataque, que a su vez le reporta una inmensa seguridad de éxito que retroalimenta su instinto, que a su vez refuerza la confianza de dar alcance a su alimento. Si esto no fuera así, el felino fracasaría en todos sus ataques, sin embargo, es prácticamente infalible.

Son nuestras viejas sensaciones de felicidad y éxito las que nos impulsan con fe hacia el éxito. Este proceso exitoso es el que denomino momento felino, que está al alcance de cualquiera mediante el entrenamiento adecuado. Todo lo que debemos hacer es recuperar las briznas de ese elixir que tenemos en el subconsciente, y hacer uso de ellas para no fracasar en nuestro objetivo. De esta manera, viviremos un momento felino durante el resto de nuestras vidas.

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